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María Félez
Lunes, 26 de diciembre 2016, 21:09
La llegada de Okuda no ha dejado a nadie indiferente en Pradejón. Es pasar la mañana contemplando cómo el artista cántabro finaliza su obra y comprobar que no hay nadie que pase por la calle y no alce la mirada para contemplar la maestría con ... la que maneja los sprays. Algunas paradas duran apenas de cinco minutos, otras incluso menos; los que no tienen prisa se quedan más y la mayoría saca su teléfono del bolsillo para guardar esta obra de arte para siempre en la memoria de su móvil. No es el primer mural que se pinta en Pradejón pero probablemente es el más espectacular de todos los que se han visto hasta ahora.
Muchos en el pueblo ni siquiera saben quién es Okuda. No saben que se ha recorrido medio mundo con sus pinturas, que ha pintado edificios en los cinco continentes y que es uno de los representantes más importantes del arte callejero en España. Muchos no intuyen que acaba de volver de Miami para irse en unos días a una isla perdida en el Pacífico donde tiene otro encargo. Nada de eso les interesa a los pradejoneros porque en estos días han visto cómo trabaja Okuda y que «es un auténtico artista». Eso nos dice un vecino que mira cómo, desde allá arriba, pinta un pájaro en menos de lo que canta un gallo. «Le ha dado un aspecto mucho más bonito a la placita», nos cuenta su amigo, que ya se imaginó que algo así iba a suceder en este muro cuando le dieron una capa de blanco hace algunas semanas.
La obra, de dimensiones gigantescas, esta ubicada en la calle Carretera, justo a pie de la travesía por la que pasa la LR-280. Los camioneros a los que les toca circular por aquí también alzan la mirada hacia arriba durante unos segundos. La belleza es incuestionable.
Mientras todo esto sucede a su alrededor, Okuda sigue pintando. Está terminando la colorida cresta de una de las tres protagonistas de su obra. Sube y baja la cesta de la máquina elevadora según lo va necesitando. «Me pidieron que hiciese algo relacionado con la multiculturalidad del municipio y creo que ha salido algo bastante interesante», dice al artista cuando baja a echar un vistazo desde otro punto de vista a la obra.
Ya sólo le quedan algunos detalles; los últimos retoques. «Son 'Las tres Gracias' de Rubens pero en mi forma de ver las cosas, en mi propio lenguaje», explica. Colores vivos y figuras geométricas lo inundan todo y se ve cómo va improvisando en el último minuto.
«He querido reflejar en la piel de una de las mujeres unas banderas inventadas y en la otra un muro que es el freno de toda interculturalidad», dice el artista, que ya se ha dado cuenta que no es el primer mural de estas dimensiones que hay en la localidad. «La verdad es que para municipios cómo éste en el que predominan los colores cremas y naranjas del ladrillo es muy importante que el consistorio se haya preocupado en embellecerlos dándole toques de color y de arte», dice.
No traía un diseño predefinido. «Siempre espero a ver el lugar y entonces va surgiendo la obra. El primer día es muy importante porque se hace un poco el diseño y luego ya se va creando todo el mural.
Desde el Consistorio pradejonero están encantados con el resultado del proyecto. El concejal, Alberto Cordón, es quien ha puesto toda la carne en el asador para que este mural fuese una realidad. «Seguía su trabajo y el año pasado me fui a Lisboa de vacaciones con el objetivo de ver sus obras y fue en ese momento cuando se tomó la decisión», cuenta.
La idea es seguir trabajando en esta línea. «Mientras yo esté en el consistorio quiero que se haga, al menos, un mural de estas características cada año aunque sea en dimensiones más pequeñas». Así el pueblo lucirá mucho más bello.
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