La obra "Retrato de Felipe III", atribuida a Velázquez y que fue donada por William B. Jordan a la Institución.

Un Velázquez inédito cedido al Prado

El hispanista William B. Jordan deposita en el museo el 'Retrato de Felipe III', un boceto para una obra perdida el incendio del Alcázar de Madrid en 1734

Miguel Lorenci

Miércoles, 14 de diciembre 2016, 16:55

Día «histórico y gozoso» para el museo de Prado, que recibió este miércoles la inesperada, feliz e insólita donación de una nueva y desconocida tela de Velázquez. Se trata de 'Retrato de Felipe III', un boceto para una obra perdida, 'La expulsión de los moriscos', ... pintada hacia 1627 y destruida por las llamas en 1734. El infalible ojo del hispanista y experto en arte español William B. Jordan (1940) la localizó hace más de tres décadas en una subasta. La adquirió por un precio «muy bajo» que no precisó y la cede ahora al Prado a través de la American Friends of the Prado Museum, asociación sin ánimo de lucro que la deposita en el museo.

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Los conservadores del Prado y su laboratorio confirman «tras exhaustivos estudios y análisis» la autoría velazqueña sin ningún género de dudas, ratificando los estudios de Jordan, que ha tenido la obra en su poder durante más de treinta años. Este inédito 'Retrato de Felipe III' es así el único boceto de Velázquez que se conoce y será expuesto en las salas del Prado como depósito temporal prorrogable.

Es un cuadro preparatorio para el rostro de Felipe III que el genio sevillano realizó para la composición 'La expulsión de los moriscos', tela fechada en 1627 para el Salón de los Espejos del Real Alcázar de Madrid que se destruyó en el incendio del palacio. Se conoce por descripciones escritas y no se conserva ninguna copia. No es un retrato del natural, ya que Felipe III murió en 1621, poco antes de la llegada de Velázquez a Madrid y debía de formar parte de la tela encargada al pintor de cámara a imagen de la 'Alegoría de Lepanto' de Tiziano.

La feliz incorporación en depósito de esta obra a la colecciones del Prado «completa el discurso de Velázquez como retratista real». Se trata de «una pintura de extraordinaria calidad, inédita para la investigación» y «que permite arrojar luz sobre una de las obras capitales del comienzo de la etapa cortesana del pintor», según Miguel Falomir, adjunto a la dirección del museo.

Su descubridor la compró «muy barata». Aunque es consciente de su enorme valor, señala que «es un instrumento de trabajo y no batiría récords en un subasta». «Es el Prado donde debe estar», dice este experto, que durante su carrera ha gestionado la adquisición de cuatro obras de Diego Velázquez para varios museos.

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William B. Jordan la adquirió en 1988 en Londres, donde se subastaba en la saca Phillps como obra atribuida al círculo de Justus Sustermans y como 'Retrato de don Rodrigo Calderón', según la inscripción apócrifa que emergió en su parte superior. Jordan la restauró, limpió y estudió en Dallas, sospechando pronto que se trataba de una obra de Velázquez.

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