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Jonás Sáinz
Sábado, 18 de junio 2016, 20:50
Hace más de una década que no hay ni rastro en La Rioja del sapillo pintojo ni del bagre o cacho, un anfibio y un pez que podrían haberse extinguido recientemente en una región supuestamente celosa de su biodiversidad. Otra especie en peligro, el lobo, ... desde hace un siglo cría o no dentro de nuestro territorio dependiendo de la intensidad de la presión humana que aquí recibe y de la que soporta la mayor parte de su población, asentada en la vecina provincia burgalesa. «¿Aguantará el envite?», se pregunta Carlos Zaldívar, biólogo de la Comunidad Autónoma, que acaba de publicar la 'Guía de flora y fauna amenaza de La Rioja'.
«Varios son los mamíferos que el hombre ha extinguido de suelo europeo en época histórica; el tarpán, el zebro o la pika sarda están entre ellos, mientras que el uro se mantiene exclusivamente en cautividad. El visón europeo corre serio peligro de pasar a esas listas si persisten los factores que lo han hecho desaparecer de casi todos los países, especialmente desde mediados del siglo XX. En La Rioja tiene uno de sus últimos refugios mientras libra con el visón americano su peor batalla».
El visón europeo es una de las nueve especies en peligro de extinción incluidas en el catálogo regional de especies amenazadas. El resto son la androsela riojana, el grosellero de roca y el loro o laurel de Portugal (tres especies vegetales), así como el cangrejo de río, el pez fraile, la perdiz pardilla, el águila perdicera y el sisón común (las otras cinco especies animales). A pesar de su precaria situación, el grado de protección administrativa y legal con el que se pretende garantizar su pervivencia, convierten a 'Musqui' (la mascota creada hace años para popularizar entre los niños al tímido visón) y compañía en bandera de la defensa de la biodiversidad en La Rioja; un valor en alza en ciertos foros, pero bajo serias amenazas causadas siempre por la insaciable voracidad humana.
Para concienciar sobre la biodiversidad, la importancia de todas y cada una de las especies y los factores mediambientales que les afectan, esta guía editada por la Consejería de Medio Natural del Gobierno regional, reseña más de un centenar de especies con diversos grados de amenaza y protección recogidas en algún listado de ámbito internacional, nacional o autonómico.
Cada una de las especies se presenta con un titular y un párrafo en tono periodístico que destaca algún aspecto o curiosidad de su apariencia, comportamiento, mitología o evolución para tratar de llamar la atención de los lectores. Así podemos descubrir, entre otras cosas, que el loro de Portugal es un superviviente de la Era Terciaria; que una pequeña ave de poco más de diez centímetros como el colirrojo real realiza cada año viajes migratorios de más de siete mil kilómetros; que el caracol de Quimper, en realidad, no es originario de esa región francesa sino de la Cornisa Cantábrica; que los murciélagos son capaces de comer tres mil insectos en una sola noche; que la loína o madrilla solo existe en el Ebro y unos pocos ríos del noreste de la Península; que en La Rioja hay 63 especies de orquídeas; que el macho de sapo partero lleva las puestas de huevos enredadas en sus patas traseras y las custodia y humedece hasta que eclosionan; o que la garceta común estuvo a punto de extinguirse a finales del siglo XIX cuando se puso de moda decorar sombreros con penachos de plumas blancas.
Pero la guía reseña también las especies que ya hemos perdido quizás definitivamente: como la náyade auricularia (un molusco de río), el esturión, anguila, salamandra, avetoro, cigüeña negra, quebrantahuesos, buitre negro, águila imperial, urogallo, avutarda, oso pardo, lince ibérico, castro europeo, uro o toro salvaje, cabra montés ibérica y el encebro o zebro (un équido salvaje de los bosques europeos). Desaparecidas en su mayoría por la acción directa o indirecta de la mano del hombre.
También está en nuestras manos revertir la situación. «Las modernas prácticas agrícolas -cuenta Zaldívar- acabaron con el cernícalo primilla como reproductor en La Rioja a mediados del pasado siglo y, sin embargo, gracias a un programa de reintroducción hoy cuenta con unas cuantas decenas de parejas nidificantes que todavía necesitan ayuda». Y más vale que lo hagamos y que lo hagamos ya, porque, de lo contrario, la extinción no les alcanzará solo a ellos.
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