Jonás Sáinz
Sábado, 21 de mayo 2016, 00:43
No es el rey Lear. Ni siquiera Ricardo III. Es 'El rey' a secas y el protagonista se llama Juan Carlos I. Con texto del siempre incómodo Alberto San Juan, que además dirige y actúa, Luis Bermejo en el papel de monarca hastiado y el ... mismísimo demonio Guillermo Toledo armado con una escopeta de cazar elefantes, puede parecer que ya está dicho casi todo. Pero mejor verlo; hoy en el Bretón (20.30 h.) una producción del Teatro del Barrio que ha dado mucho que hablar en la villa y corte.
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'El rey', que se estrenó a finales del año pasado y que ocasionalmente cuenta también en el reparto con Javier Gutiérrez (aunque no aquí en Logroño), presenta «a un personaje reconocible por parte del público aunque desde una perspectiva diferente». «Ficción contra la ignorancia, con la convicción de que solo puede cambiar su realidad aquel que la conoce»; así presentan su quinta producción los autores de otras siempre pegadas a la actualidad crítica, como 'Autorretrato de un joven capitalista español', 'Ruz-Bárcenas' y 'A España no la va a reconocer ni la madre que la parió'.
En 'El rey' se plantean «¿qué papel ha jugado la monarquía en España en los últimos cuarenta años?, ¿a qué fines ha servido?, ¿cuáles son los objetivos de la monarquía española para las próximas décadas?» Y lo cuentan a través de «un hombre que, en el epílogo de su vida, cae de la cima al sótano. Al menos, simbólicamente. Un hombre que, al parecer, ya no sirve. Aunque sirvió mucho. Pero, ¿para qué? ¿Para quiénes? Otros personajes de este relato completamente libre son don Juan de Borbón, Francisco Franco, Chicho Sánchez Ferlosio, Henry Kissinger, Adolfo Suárez y Felipe González. Un mundo de hombres en lucha por construir el mundo tal como lo conciben».
Teatro del Barrio es un teatro-cooperativa cultural del barrio madrileño de Lavapiés. «La voluntad con que abrimos es abiertamente política -explican sus responsables-: participar en el movimiento ciudadano que ya está construyendo otra forma de convivir. Este teatro nace del hambre de realidad. La realidad tiene siempre algo maravilloso: por terrible que sea, puede ser transformada. Si se conoce. Y esta es la vocación del proyecto: saber qué esta pasando aquí, por qué no nos gusta y por qué queremos cambiarlo. Este teatro pretende ser una asamblea permanente donde mirar juntos el mundo para, juntos, imaginar otro donde la buena vida sea posible».
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