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Jesús Infante en una de sus últimas exposiciones en Logroño.
Fallece a los 89 años Jesús Infante, 	         pintor de la luz y el color de La Rioja

Fallece a los 89 años Jesús Infante, pintor de la luz y el color de La Rioja

Una ceremonia hoy en la concatedral de la Redonda despedirá a uno de los artistas locales más respetados y populares de las últimas décadas

J. SAINZ

Miércoles, 18 de mayo 2016, 23:46

logroño. «Es uno de esos pintores capaces de reducir la realidad a pura transparencia, a poco más de un poco de agua coloreada, y en la medida que sus colores se hacen fantasmales, desmaterializados, su arte alcanza más altas cotas». La cita era del poeta José Hierro y el gran maestro de la transparencia al que se refería, Jesús Infante, fallecido ayer en Logroño a los 89 años.

PALMARÉS

  • Jesús Infante Pérez de Pipaón

  • (Logroño, 1926-2016)

  • Principales premios

  • Galardón a las Bellas Artes Riojanas (2001), Premio Correo del Arte (1989), Premio Abolengo (Madrid, 1987), Primer Premio del Certamen Nacional de Acuarela (Madrid, 1987), Primer Premio Nacional Valladolid de Acuarela (1987) y Primera Medalla del Salón de Otoño (Madrid, 1986), entre otros

El artista riojano, uno de los mejores acuarelistas españoles del siglo XX, ha sido durante más de seis décadas un referente cultural en su Logroño natal, desde un tiempo en el que la actividad creativa local era casi un páramo hasta la actualidad, manteniéndose activo hasta el final. Su obra elevó la acuarela a las más altas cotas, para después popularizarse enormemente en una tierra en la que sí fue profeta. Sus admiradores tienen hoy la oportunidad de brindarle un último homenaje en una ceremonia en la concatedral de la Redonda (a las 19 h.).

Desde ayer mismo, tras conocerse a mediodía la noticia del fallecimiento, su viuda, Elena Sáenz López, sus hijos, el resto de la familia y sus amigos recibieron numerosas muestras de afecto y respeto tanto del mundo de las artes, para el que era un auténtico faro, como de los agentes sociales, políticos e instituciones, incluidos el Gobierno regional y el Ayuntamiento de Logroño, que enviaron sendas notas de condolencia. No en vano fue el cuarto artista en recibir la Medalla a las Bellas Artes de La Rioja, en el 2001, después de Vicente Ochoa, Tubía Rosales y Alejandro Rubio Dalmati.

«Gracias a la pintura»

Hasta el último momento, Infante contempló la vida desde su altura de artista y más de medio siglo dedicado a pintarla. La vida en el paisaje riojano, en las marinas mediterráneas que siempre persiguió porque era lo único que le faltaba a su tierra de viñas, bosques, ríos, montañas, calveros y pueblos abandonados... «Gracias a la pintura he recorrido toda España y parte de Europa -recordaba el propio pintor en una de las últimas entrevistas concedidas a este diario-. Pero también he recorrido miles de veces el trayecto entre Logroño y Nieva y siempre encuentro cosas nuevas».

«Yo ya he pintado toda La Rioja», afirmaba, a un tiempo orgulloso y agradecido de haber podido contemplar esa belleza y haberse entregado a su interpretación. La luz, el color, las formas dibujadas académicamente, la acuarela elevada a la máxima expresión... La pasión contenida de Infante, su corrección formal y su dominio de una técnica nada sencilla forjaron el estilo que le convirtió en uno de los mejores acuarelistas de las últimas décadas en España y seguramente el pintor más popular entre sus paisanos. «La acuarela pura, sin blanco ni negro, sino por transparencias, esa es la buena acuarela -explicaba-. La de Turner y Fortuny. Esa acuarela no es menor que el óleo».

Nacido en Logroño en 1926, Jesús Infante se formó en la antigua Escuela de Artes y Oficios de Logroño. Aunque terminaría decantándose por la pintura, en sus comienzos demostró más inclinación hacia la escultura. «En esta vida -contaba- muchas veces no eres tú quien decide lo que quieres hacer. Yo he hecho escultura en bronce y en piedra, he pintado al óleo, al temple, al pastel... Pero llegó un momento en que me convencí de que mi disposición era hacia la acuarela. Uno tiene que hacer aquello para lo que tiene condiciones».

En los años sesenta fundó en Logroño el Grupo Revellín junto con otros artistas destacados, como Enrique Blanco Lac, y posteriormente el Grupo 8. En los ochenta alcanzó sus mayores éxitos, consiguiendo premios como el Nacional de Acuarela, en Madrid. Su innumerable obra está repartida entre muchas manos, en muchos países. Sin embargo, el precio de sus cuadros no se ha revalorizado con el tiempo en justa correspondencia a su prestigio, reconocido en los principales certámenes nacionales y en salones internacionales. «Nunca me ha importado si se consideraba mejor o peor que otras disciplinas -confesaba-. Yo he demostrado por el mundo que he hecho acuarela como pocos».

«He vivido más de cincuenta años de vender los cuadros que me han querido comprar. Hay otros que dicen que son artistas, pero tienen otros ingresos aparte: o son profesores o tienen otra dedicación o son pintores de domingo. Yo me lancé a tumba abierta y a veces no teníamos ni para ir al cine. Necesidades no he pasado, pero ciertas restricciones, sí. Por eso siempre se lo agradezco a mi mujer, que ha sido la valiente para decir 'adelante'».

Ciertamente Infante ha sido el último representante de una generación de artistas pioneros en su tierra. Nunca llegó a abandonar los pinceles completamente: «Eso no se deja nunca, pero uno tiene que aceptar que las cosas se acaban, que uno no puede estar ahí eternamente». Desde esa altura humana y profesional, el maestro ha seguido dictando lecciones hasta el final: la de la coherencia consigo mismo, la de la resistencia y, ahora también, la de la memoria.

Nos queda su obra, plena de la luz y del color de esta tierra suya y digna de una antología que haga más perdurable el recuerdo del hombre y del artista.

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