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El célebre Quijote pensante que preside la entrada de El Aprisco.
Quijote de carretera

Quijote de carretera

El Aprisco, una venta manchega inaugurada hace medio siglo al pie de la N-IV, se identifica por la icónica escultura del caballero de la triste figura, ya que no hay viajero que no se haga una foto junto a ella

José Antonio Guerrero

Sábado, 23 de abril 2016, 07:15

Al borde de lo que entonces era la N-IV se abrió al público hace más de medio siglo El Aprisco, una venta de queso manchego, que hoy es un clásico en ese mapa sentimental de altos en el camino de los conductores que cruzan ... La Mancha por la Autovía del Sur. Convertido en restaurante, el Aprisco ofrece al viajero una carta de comida casera (las gachas y el queso frito son su especialidad) y una chimenea siempre encendida que, además de iluminar nostalgias, se antoja como la más cálida de las bienvenidas. Su típica arquitectura manchega, el azul añil de sus fachadas, sus portones de madera remachados con hierros de otros siglos otorgan al lugar todo el sabor de una de esas pintorescas ventas del Quijote que tan bien describió Cervantes. Ahí sigue El Aprisco, detenido en el tiempo, al pie del kilómetro 134 de la A-4, y con él se mantiene impertérrito el Quijote pensante, la figura de piedra que recibe a los conductores en el centro del patio. Ese trozo de roca cervantina es seguramente el Quijote de carretera más fotografiado de todos los que pueblan esta España que hoy conmemora los 400 años de la muerte de don Miguel.

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