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El talento múltiple de Echegaray, el Nobel olvidado, brilla en la BNE

Premiado por sus obras dramáticas en 1904 y denostado por el 98, fue un notable matemático y ministro de Hacienda y Fomento de corte liberal

MIGUEL LORENCI

Martes, 22 de marzo 2016, 00:55

Madrid. ¿Quién fue el primer Nobel español? Pocos escolares señalarían a José Echegaray y Eizaguirre (1832-1916), científico, político, dramaturgo y Nobel de Literatura en 1904. En el centenario de su muerte, la Biblioteca Nacional (BNE) reúne en una exposición las obras más importantes del destacado y versátil intelectual. «Aquí yace el siglo XIX», rezaba el elogioso epitafio que Mariano de Cavia escribió a la muerte del hoy olvidado Echegaray, cuatro veces ministro, popularísmo autor teatral, el mejor matemático en la España del siglo XIX, pero odiado a modo por la generación del 98.

Concebida como un homenaje, la muestra reivindica sus tres facetas. Exhibe originales de su obra teatral y científica, alguno de sus discursos políticos y los estudios más importantes sobre su legado. De gran presencia en el teatro del último tercio del XIX, adorado por el público, fue denostado por coetáneos como Azorín y Valle Inclán, quien lo llamó «el viejo idiota». Encarnaba una España «corroída por los prejuicios y la superchería», según un manifiesto rubricado por Baroja, Unamuno, los Machado, Rubén Darío o Maeztu, quienes no ocultarían su inquina hacia el insigne polígrafo.

Acendrado liberal, eficaz gestor y político entre 1868 y 1874, defendió las libertades individual y religiosa en el Parlamento. Fue catedrático de cálculo y de física matemática, ministro de Fomento y de Hacienda, fundador del Banco de España, miembro de la Real Academia Española (RAE) y de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y Presidente del Ateneo.

Sus 67 piezas teatrales, 34 de ellas en verso, triunfaron en la Restauración (1875-1917). De temática variada, las estrenó a lo largo de treinta años. 'El gran Galeoto' (1881) es quizá su obra más conocida.

Con 32 años ingresó en la Academia de Ciencias Exactas. En su polémico discurso denunció las clamorosas carencias de la ciencia españolas y defendió la «ciencia básica» frente a la «práctica».

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