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Miguel Lorenci
Domingo, 6 de marzo 2016, 07:37
Asegura Guillermo Solana, director del museo Thyssen-Bornemisza, que Andrew Wyeth (1917-2009) es «el pintor mas famoso en Estados Unidos junto a Jackson Pollock». Pero Wyeth, puntal del realismo en el siglo XX, y por tanto, en las antípodas de la radical abstracción de ... Pollock, es casi un perfecto desconocido en Europa. Para revertir esta situación el Thyssen ofrece su primera gran retrospectiva a este lado del Atlántico. Tiene el valor añadido de entremezclar, también por primera vez, la obra de Andrew Wyeth con la de su hijo Jamie (1946), que siguió la estela de su padre para evolucionar hacia un realismo «entre mágico, travieso y grotesco, con tintes fantásticos y casi surrealistas», según Solana. Se titula 'Wyeth: Andrew y Jamie en el estudio' y estará en cartel hasta el 19 de junio.
Casi todas las obras expuestas, más de 60, son inéditas en España, donde hay una única pintura de Andrew Wyeth, en la colección Thyssen. El museo español no ha logrado el préstamo de la pieza más universal y reconocible de Wyeth, 'El mundo de Christina', un potente icono de la pintura del siglo XX y uno de los tesoros del MoMA de Nueva York. «No lo ha cedido a nadie en los últimos años, ni para la gran retrospectiva de Wyeth en Pensilvania», se justifica Solana.
«Andrew Wyeth es la encarnación misma del arte americano del siglo XX junto a Pollock y a pesar de sus drásticas diferencias, ni su hijo ni él son pintores de postales», insiste Solana para destacar la relevancia del dúo. Juzga la exposición atractiva «porque no es ni convencional ni típica». Vende Solana esa rareza como una virtud de su propuesta. También destaca el gran protagonismo que padre e hijo «conceden a los procesos de creación, tan interesantes como sus propias obras».
Parten ambos de la misma corriente, pero cada uno tiene una personalidad característica. El padre conecta «con una tradición austera que recuerda a Durero y a los pintores holandeses», según Solana. Su pintura tiene «un espíritu casi religioso que comparte con los realistas españoles, al igual que la austeridad, la sobriedad y la forma de tratar los espacios familiares», según el director del Thyssen. No en vano, la doble muestra coincide con la que el museo dedica a los 'Realistas de Madrid', los siete magníficos de esta corriente en España, con quienes los Wyeth comparten intereses estéticos.
Jamie participó de la severidad y el rigor estético de su padre en los primeros años de su andadura, «pero se fue apartando de su rigor y su puritanismo y alentó en su pintura un espíritu juguetón y travieso, una pizca salvaje, para terminar siendo no realista», explica Solana.
Una apreciación que comparte un Jamie Wyeth que deja traslucir ese espíritu mundano y jocoso en sus ademanes y su indumentaria. En pleno siglo XXI viste unos anacrónicos pantalones bombachos que evocan a Tintín, el universal personaje de Hergé. Está feliz de exponer por primera vez con su padre y en el Thyssen, donde brillan ahora los lienzo de su «admirado» Antonio López, y cerca del Prado y del Reina Sofía, museos a los que peregrinó en su primera visita a Madid para admirar la pintura de Velázquez, Goya y Picasso. Pero se siente incapaz de etiquetar su trabajo. «Un pintor debe dejar que su obra hable por sí misma, que sus cuadros lo expliquen», asegura. Admite que le da «cierto vértigo» exponer junto a la obra de su progenitor «y en un museo donde lo habitual es exhibir la obra de artistas muertos».
El comisario y responsable de la selección de las obras cedidas por instituciones y colecciones públicas y privadas es Timothy J. Standring, conservador de la Gates Foundation del Museo de Arte de Denver. Pone el acento en los procesos creativos y concibe la exposición como «una conversación artística» entre ambos pintores sobre los temas que jalonan su producción. La ha divido en ocho secciones. Parte de 'Lejanía' (1952), una tela en la Andrew pintó a su hijo con excepcional atención al detalle y que confronta con el retrato que Jamie, con 23 años, hizo de su padre.
Ambos se inspiran en su entorno más inmediato «y casi secreto», según Solana. Un universo con epicentro en la costa de Maine que los Wyeth recorrían cada primavera. Se aprecia en 'Amigos y vecinos', que reúne retratos de sus vecinos, conocidos y familiares. Un mundo aislado y rural que inspira obras como 'El roble' (1944) o 'Hierba pisada' (1951) a Andrew, o 'Tronco del río' (1968) o 'Dientes de león junto al faro' (1997) a su hijo, que con una deriva más mundana, retrata a celebridades como el bailarín Rudolf Nureyev y Andy Warhol, con quien compartió diversión e inquietudes plásticas en la era de la Factory.
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