«El teatro es necesario para hacernos reír pero también para hacernos reaccionar»

El director de Teatro Pobre y el de la escuela de actores de la UNIR debaten hoy sobre escena y compromiso en el Aula de Cultura de LA RIOJA

J. SAINZ

Jueves, 3 de marzo 2016, 20:01

Hace unas semanas, actores de la compañía londinense The Globe interpretaron 'Hamlet' en la jungla de Calais ante centenares de inmigrantes que aguardaban para cruzar La Mancha y pasar a Reino Unido. Hace un par de días Francia envió a sus gendarmes para desalojar el campamento. ¿De qué demonios ha servido entonces Shakespeare si ya sabíamos que algo huele a podrido en Europa? ¿Contribuye el teatro a hacer un mundo mejor?

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El Aula de Cultura Diario LA RIOJA-UNIR reúne hoy (Ibercaja-Portales, 20 h.) a dos personas convencidas de que sí: Fernando Gil Torner, director del Teatro Pobre del IES La Laboral, y Manu Hernández, actor y director de la escuela de actores de la Universidad Internacional de La Rioja, que charlarán sobre la cuestión. «El teatro es necesario para hacernos reír y para entretener -responde este último por teléfono, todavía desde Madrid-, pero también para hacernos pensar, para hacernos hablar y para hacernos reaccionar ante la realidad».

«Por supuesto que el teatro contribuye a cambiar el mundo», afirma, convencido, Gil Torner entre un ensayo y otro con sus chicos del instituto. Fernando lleva más de cuarenta años dirigiendo a jóvenes aficionados. Solo algunos de ellos han terminado haciendo de la interpretación su oficio; Javier Cámara es el caso más conocido. «Pero todos recuerdan su paso por el Teatro Pobre como una experiencia enriquecedora», cuenta el profesor.

«De un modo y otro me he pasado la vida haciendo teatro -añade-. Desde este punto de vista, es una de las actividades que más forman y educan la personalidad. Aunque cuando pasan por aquí son adolescentes que tienen que estudiar mucho y esto es una extraescolar que requiere tiempo y puede dispersarles, les forma en lo artístico, pero también en aspectos sociales, de relación, de comportamiento de realización personal y de integración y, por supuesto, les forma culturalmente. Y, por otro lado, desde el punto de vista del espectador, cuando el teatro te toca el alma te hace ver el mundo de otro modo».

Para quienes quieran ser actores, Manu Hernández tiene dos noticias, una buena y otra mala: la buena es que «este es el oficio más maravilloso»; la mala, que «es muy complicado y muy duro poder llegar y mantenerte». Un consejo para tener los pies el suelo: «Lo primero que tiene que hacer un joven que quiere ser actor es desengañarse: seguramente nunca vas a salir en la tele, que es lo que atrae a muchos. Y lo siguiente que tiene que hacer si se propone seguir adelante es coger pico y pala para derribar barrera tras barrera, y calzarse las zapatillas de correr, porque esto es una carrera de fondo que no se acaba nunca».

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Como muchos chicos, Manu empezó en su Elche natal haciendo teatro en el instituto. Después tuvo que estudiar; además de licenciarse en Arte Dramático por la ESAD de Murcia, su currículum habla por sí solo de la formación que se requiere para desarrollar técnicas y habilidades que la pura vocación no puede aportar: curso de entrenamiento para actores con José Carlos Plaza, entrenamiento con textos de Shakespeare con Will Keen, monográficos ante la cámara con Juanma Bajo Ulloa, Gracia Querejeta, Vicente Aranda, entre otros, curso de clown con Antón Valén (Cirque du Soleil), de la Commedia dell'Arte con Antonio Fava (Italia), de bufón y clown con Eric de Bond (Holanda), de movimiento actoral con Isabel Úbeda (Odin Teatret, Dinamarca) y de dramatización actoral con Helena Pimenta.

Durante diez años tuvo su propio grupo, 'Les bouffons'. Y actualmente es actor de teatro, cine y televisión, con apariciones episódicas en series populares como 'Águila Roja', 'Aída' y 'Cuéntame'. También es productor y director de la escuela de actores de la UNIR, con sede en Madrid, donde él mismo imparte clases de interpretación. Conoce bien las miserias de este oficio y lo difícil y azarosa que es la gloria.

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Con su permanente mala salud de hierro, el teatro siempre ha sido duro. Pero quizás ahora sean tiempos especialmente difíciles. «Tenemos un 85 por ciento de paro en la profesión y el resto es menos que mileurista -lamenta-. Solo uno de cada cuatro actores vive de este trabajo y el que lo hace tiene que estar cinco o seis días a la semana trabajando en cinco o seis funciones diferentes porque, si no, no le llega para vivir».

Pero por suerte, recuerda Manu, «este es el oficio más maravilloso porque te pasas el día jugando a crear historias y personajes». «Eso es algo que el ser humano ha hecho siempre porque el teatro no solo es muy valioso sino que es incluso muy necesario para entender el mundo». Y como concluye Fernando: «El teatro mejora a las personas y solo las personas pueden cambiar el mundo».

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