Situado en el centro de Moscú, cerca de la vieja KGB, el museo ocupa un edificio de cinco plantas.

Museo del horror soviético

La terrible historia del gulag se recrea con testimonios y enseres de las incontables víctimas de la represión estalinista

José Luis Álvarez

Domingo, 6 de diciembre 2015, 08:01

Millones de personas fueron recluidas en los campos de trabajo que se levantaron a lo largo de la antigua Unión Soviética entre 1930 y 1950. Muchos de ellas murieron condenadas en estos centros denominados gulag a consecuencia del hambre, las enfermedades y la explotación física ... que sufrieron, amén de las torturas en los interrogatorios o los ajusticiamientos. Otras consiguieron escapar y relatar en occidente los horrores en un país dirigido con mano férrea por el dictador Iósif Stalin.

Publicidad

En memoria de cuantos sufrieron los terribles rigores del gulag, las autoridades rusas inauguraron un nuevo museo en Moscú. El centro, mucho mayor que su antecesor abierto en 2001, se encuentra cerca de Lubyanka, lugar temido por los ciudadanos rusos en otros tiempos, dado que allí se hallaba la sede central del Comité para la Seguridad del Estado, más conocido como KGB. Hasta allí llegaban las delaciones y las falsas acusaciones de conspiración, que condujeron a legiones de ciudadanos al destierro en estos centros de terror. Se calcula que bajo el mandado de Stalin murieron 20 millones de personas, miles en ejecuciones en masa.

El nuevo museo es un gran edificio de cinco plantas, en el que se ha intentado recrear las instalaciones de estos campos de trabajo. Para conseguir un mayor realismo, partes del edificio se han dejado en ladrillo visto y con el metal oxidado. También se han reconstruido las celdas -algunas llegaron a albergar hasta 170 presos- y las cámaras donde eran aislados o hacinados. Para acrecentar el realismo se han trasladado hasta Moscú las puertas originales de los campos en las remotas regiones de Magadan, Anadyr y Vorkuta, en las costas siberianas del Pacífico.

También se exhiben los enseres de los prisioneros, ropa y objetos personales como gafas, zapatillas, cartuchos de fusil, balas o los cables utilizados para atar a los reclusos. Aunque no es un gulag siberiano, el visitante puede entrar con facilidad en situación. Primero con los inquietantes sonidos de la puertas metálicas que, al cerrarse marcaban la reclusión de por vida de las víctimas del estalinismo. Localizando luego la situación de los campos del terror, secreto de Estado hasta hace nada, o leyendo el penar diario que los reos escribían en papeles, maderas o cualquier soporte improvisado.

Pocos rusos conocen a fondo el gulag. Solo mentarlo infundía temor. Fue el Nobel Alexander Solzhenitsyn quien en su libro 'Archipiélago Gulag', prohibido por las autoridades soviéticas, desveló en occidente el infierno que sufrieron millones de rusos bajo la bota de Stalin y con el gobierno de Nikita Khrushchev, de quien nada se dice en el museo.

Publicidad

Stalin recluyó a sus compatriotas y también a los presos de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos españoles alistados en la División Azul y republicanos. Muerto Stalin, 286 hombres fueron liberados y trasladados a Barcelona en el barco griego 'Semíramis'.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad