Secciones
Servicios
Destacamos
Miguel Lorenci
Miércoles, 25 de noviembre 2015, 13:27
¿Sabía que guiri procede del euskera? ¿Que capicúa es una traducción literal de la expresión catalana cap i cua, cabeza y cola?¿Que la palabra condón no viene del doctor Comdom, a quien se atribuye la invención del artilugio y que el interfecto quizá ... no existiera? ¿Qué retrete procede del occitano, inmolar de la costumbre de echar harina salada a las víctimas del sacrifico o dólar de de la palabra germana tálero? Son sólo algunos de los ejemplos de 300 historias de palabras (Espasa), un libro dirigido por el académico Juan Gil, titular del sillón e minúscula en la Real Academia Española (RAE), y que se propone enseñar divirtiendo. Desvelando las maravillosas, insólitas y a menudo muy desconocidas historias que encierran el origen y el uso de tres centenares de vocablos.
El español está lleno de préstamos del latín, el griego y el árabe, además del francés o en inglés, pero también hay palabras procedentes del japonés, del vasco o del catalán que se han adaptado en su forma y muchas veces también en su significado, explica el catedrático y filólogo. El léxico es un volcán y está en constante ebullición y su continua renovación se debe a infinidad de causas, agrega. Evoluciona la mentalidad del hablante, sus circunstancias, sus costumbres y modos; las formas vulgares alternan y conviven con las cultas; se crean nuevas palabras, ya sea por interpretación equivocada o de manera deliberada, y su éxito dependerá de la aceptación que tengan entre los hablantes, señala el académico y catedrático durante más de tres décadas en la Universidad de Sevilla y miembro de la RAE desde 2011.
La lengua es la democracia perfecta. Crear una nueva palabra está al alcance de cualquiera, pero el éxito final dependerá de la mayor o menor aceptación que ésta tenga dentro de la colectividad. Las palabras, como lo seres vivos que son, nacen, se desarrollan y mueren, explica Gil Fernández, investigador de latín clásico, el latín del Renacimiento, la lingüística indoeuropea en los textos antiguos griegos y neogriegos, las minorías religiosas y la escatología, entre otros campos.
El libro que ha coordinado y dirigido junto a Fernando de la Orden es de lectura tan entretenida como provechosa. Desvela curiosidades como que adefesio proviene del latín, de la corrupción de Ad Ephesios, a los efesios, la célebre epístola de San Pablo que se leía en las bodas; que la palabra siesta procede del latín y alude la sexta hora, la del mediodía, que las muy femeninas bragas es una palabra de origen masculino y denominaba a los calzones, o que tanga es un vocablo de la lengua tupí y alude a los nativos de la costa brasileña que, a la llegada de los portugueses, cubrían sus genitales con una especie de taparrabos.
El lenguaje cambia y lo hace velocidad de vértigo, como la vida, dice el filólogo convencido de la buena salud de nuestra lengua. El idioma es indestructible y si se habla mal aquí no pasa nada, porque seguro que en otros lugares se habla de maravilla, estima Juan Gil. Tampoco cree que los jóvenes, a quienes se crítica por su supuesta penosa manera de hablar no hablan hoy peor que los de hace 40 o 50 años. Eso sí, lamenta que los políticos y la corrección política nos cubran de eufemismo, llevados de su mezquino afán de disfrazar las coas y no llamar nunca al pan, pan y al vino, vino.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.