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Encarni Hinojosa
Sábado, 15 de agosto 2015, 07:29
¿Pero qué han hecho con mi Goku?, es lo que se preguntaban la semana pasada los seguidores de 'Dragon Ball' al ver algunos fotogramas del capítulo cinco de la nueva entrega de la serie. En su recuerdo quedaban los episodios que, en ... España, se retransmitían en las cadenas autonómicas y que tuvieron su punto y final hace 18 años. Pero la pasada primavera una noticia emocionó a todos los 'otakus' -aficionados al manga y al 'anime'- de todo el mundo: 'Dragon Ball' volvía. Y esta vez no como en otras ocasiones, con tramas repetidas o que no se integraban en el hilo argumental oficial de la saga. Esta vez retomaba la historia desde donde se quedó en el final de 'Dragon Ball Z' y el propio Akira Toriyama, el padre de la criatura, volvía a poner su sello a la obra.
Pero la decepción ya llegó con el primer capítulo de 'Dragon Ball Super', que se estrenó en Japón el 5 de julio. La calidad de la animación dejaba mucho que desear, con ilustraciones con pocos detalles y personajes irreconocibles. La cosa fue mejorando con los siguientes episodios, pero, el pasado domingo, el quinto ya colmó el vaso. Los dibujos, propios de un colegio de primaria, dejaban mucho que desear para una producción de 'anime' que se distribuirá a más de 70 países después de su emisión en el país del sol naciente. Y el avance del sexto capítulo tampoco tranquilizaba, con un Vegeta -el amigo/enemigo de Goku- retratado con dos manos izquierdas.
La reacción en blogs y redes sociales de los fans de 'Dragon Ball' y del 'anime', en general, no tardaron en aparecer. Tampoco los 'memes' y las bromas. Pero la cosa se ha puesto seria. Una web francesa recoge una petición de firmas, ya cuentan con más de 14.000, para pedir a Toei Animation, estudio responsable de este despropósito, que respete a 'Dragon Ball' y a sus seguidores y que mejore la calidad de la serie.
El motivo de este trabajo tan poco fino se debe a la precaria situación laboral y financiera del sector de la industria de la animación en Japón que, aunque ya era complicada desde hace tiempo, en los últimos años se ha resentido notablemente. Tan grave es esta crisis, que pocos estudios de 'anime' obtienen beneficios actualmente.
Más gastos que ingresos
Thomas Romain, dibujante francés y uno de los pocos extranjeros que trabajan en la industria japonesa de la animación, arrojaba algunas claves sobre la mala situación del sector en sus perfiles sociales al hilo de la polémica de 'Dragon Ball'. Entre ellas, señalaba que los salarios fijos de estas empresas solo están destinados a unas pocas personas (productores, directores, asistentes) que trabajan pocas horas para reducir los gastos salariales y que la gran mayoría de los empleados trabaja como autónomo. Estos 'freelances', al cobrar -poco- por cada ilustración o fotograma, necesitan producir mucho y lo más rápido posible, por lo que no pueden esmerarse demasiado. Y todos estos recortes se deben a la poquísima financiación que reciben las empresas de animación que, por norma general, no son los poseedores de los derechos de propiedad de los personajes, series y sagas de 'anime' -que es lo que genera más dinero, sobre todo en casos como 'Dragon Ball'-; ni perciben una gran ayuda por parte de los presupuestos del gobierno nipón. En definitiva, y tal como apuntaba Romain en su publicación, es todo un milagro acabar un único episodio de una serie, capítulos que a veces se terminan horas antes de su emisión.
Esta crisis del 'anime' ya lleva vaticinándose desde hace tiempo. El pasado junio, Hideaki Anno, uno de los creadores de animación más prestigiosos del mundo y autor de la popular serie 'Neon Genesis Evangelion', realizó una entrevista en un medio ruso donde resaltó una polémica frase: La industria del 'anime' morirá en los próximos años y, además, apuntaba que Japón ya no iba a ser el principal productor y que cedería el testigo, probablemente, a Taiwán. Un mes después, tuvo que matizar sus palabras ante el revuelo que generó y aclarar que el 'anime' no moriría, sino que tendría una existencia más difícil.
Pero mucho antes fue el genio y padre del estudio Ghibli quien hizo asomar el apocalipsis. En 2013, Hayao Miyazaki anunciaba su retirada definitiva del mundo de la animación. Por si los corazones de los amantes del 'anime' no estuvieran ya suficientemente rotos, Ghibli, que a pesar de la marcha del animador seguía con su actividad, anunciaba un año después su abandono en la producción de dibujos animados. El motivo era salvar las desastrosas cuentas de la empresa, que iban a ser compensadas con un 'ERE' de los empleados dedicados a la creación de sus obras. Este estudio era el único que tenía en nómina a todos sus trabajadores, incluidos a los ilustradores que trabajaban desde sus domicilios. De ahí radicaba en parte la gran calidad de sus producción, pero también las malas cuentas.
No todo está perdido. Hace un mes, Miyazaki sorprendió a todos al confirmar que estaba trabajando en un corto animado para el Museo Ghibli, situado en Tokio. Esto no significa la vuelta del autor de 'El viaje de Chihiro' o 'La Princesa Mononoke', ni el resurgimiento del estudio, pero es una pizca de esperanza ante un futuro muy mal pintado.
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