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RAFAEL CRESPO
Lunes, 3 de agosto 2015, 23:55
«María salió a pasear por el camino del robledal como lo hacía a menudo. Todas las tardes repetía aquella caminata, teniendo sumo cuidado de no acercarse a los matorrales pues era una zona donde había muchas garrapatas. En un desvío del camino vio acercarse a un perro, uno que nunca había visto por aquellos lares.
El animal parecía nervioso e inquieto, como perdido. A María le gustaban mucho, así que se acercó a acariciarlo. Pero, de repente, el can se revolvió y le intentó morder la mano, produciéndole un pequeño rasguño con un diente.
María se acercó al centro de salud donde la enfermera le hizo una cura, le dijo que no tenía que vacunarse porque ya estaba al tanto de las mismas y le recomendó ir a la Guardia Civil para que se localizara al animal o a su dueño.
Al día siguiente le llamaron para decirle que había aparecido el propietario, que estaba correctamente vacunado, y le preguntaron si quería denunciar lo ocurrido, lo cual rechazó. Su herida curó en unos días de forma correcta y no tuvo complicaciones.».
Aunque esta historia no es real, podría serlo, pues se trata de una situación que se puede presentar en cualquier momento. Las mordeduras de animales constituyen el 1% de las consultas en los servicios de Urgencias, incrementándose su frecuencia en los períodos estivales. Existen cuatro tipos de mordeduras: las de animales domésticos (como perros o gatos), y que serán las que centrarán este texto, las mordeduras de animales salvajes, las de serpientes y las humanas. Las más habituales son las de perro (80-90%), seguidas de las de gato y hombre.
Las mordeduras las consideraremos generalmente como heridas de tipo contuso o punzantes, que comprometen a la piel y se pueden acompañar de lesiones de estructuras musculares, nerviosas, vasculares, etc., incluso pudiendo producir sintomatología de forma general, además de la local en la propia lesión. Se complican con infecciones con mucha frecuencia en relación con la flora saprófita de la boca del animal, es decir, los gérmenes que ahí viven y la colonizan.
Perros y gatos
Las mordeduras de perro suelen afectar a las extremidades, y también a la cabeza y al cuello, sobre todo en los niños, y pueden llegar a producir grandes desgarros. Además, son potencialmente infecciosas, como ya se ha dicho, por ser proclives al tétanos, y en animales no vacunados existe el riesgo de que puedan transmitir la rabia, aunque es inusual.
Los gatos pueden producir arañazos que provocan la llamada enfermedad por rasguño de gato, que se caracteriza por múltiples ganglios y fiebre, pero su resolución suele ser espontánea. Los felinos también pueden originar lesiones por mordeduras que afectan a brazo, antebrazo y mano, y con menos frecuencia a cabeza y cuello, extremidades inferiores y tronco. Suelen ocasionar heridas punzantes por sus dientes puntiagudos, y también, como el perro, transmiten infecciones.
Las mordeduras por animales salvajes son cada vez más escasas y anecdóticas, y más en regiones como La Rioja, pudiéndose encontrar en alguna ocasión mordeduras de lagarto, que no suelen tener trascendencia, y también las de rata que son fuente de muchas infecciones, así como zorros y lobos, lo cual es muy extraño.
Las mordeduras humanas son relativamente poco frecuentes, pero pueden plantear problemas graves porque son potencialmente muy infecciosas, por lo que suelen precisar antibióticos y vigilancia exhaustiva. Se conocen dos tipos:
La genuina: el agresor clava sus dientes en la víctima pudiendo causar heridas por punción, desgarros o desprendimiento de tejidos (particularmente en el lóbulo de oreja, en la lengua o en la pirámide nasal).
Las automordeduras: generalmente de la lengua o los labios, que suelen ocurrir en las caídas o en las crisis convulsivas.
Tratamiento
En los centros sanitarios lo que se suele hacer es lo siguiente:
1.- Desbridamiento de la herida, es decir, remover los cuerpos extraños y el tejido desvitalizado, así como la limpieza quirúrgica de las heridas profundas.
2.- Con respecto a la realización de sutura o no, algunas, si son menores de 8 horas o de gran tamaño, tras una limpieza exhaustiva, se repararán, pero se evitará la sutura en las heridas por punción y en las de manos o pies, siempre y cuando no afecten tendones.
3.- Se administrarán analgésicos.
El tratamiento antibiótico se administrará en las heridas moderadas o graves con gran afectación de tejidos; en las heridas por punción, sobre todo si afectan a tejidos profundos; en las heridas de la cara y de manos o pies, por el alto riesgo de infección; en las heridas en zona genital; y en las de pacientes con inmunodepresión o esplenectomizados.
En las mordeduras de gatos y humanos, por su alto riesgo de infección, siendo este riesgo bajo en perros y muy bajo en roedores o conejos.
Se hará profilaxis de la rabia en las víctimas de animales salvajes o en las de mordeduras de animales domésticos en los cuales se desconozca su estado de vacunación.
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