Miguel Lorenci
Domingo, 19 de julio 2015, 07:35
"A fuerza de abusar de ella la palabra diseño ha perdido su sentido y su significado. Se aplica a planes económicos o estrategias futbolísticas. Es un mantra que sirve para todo y carece de contenido". Lo asegura y lo lamenta uno de los grandes ... del diseño español, Alberto Corazón (Madrid, 1942). Un pionero que logró que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a la que pertenece, aceptara el diseño y lo tratara en pie de igualdad con otras disciplinas y formulaciones artísticas. Y eso que tiene muy claro que "el diseñador es un profesional, no un artista". Con la perspectiva que otorga medio siglo de carrera, Corazón se inclina hoy "por sustituir diseño por comunicación gráfica". "Sociológica, política y económicamente, tiene más alcance", sostiene.
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Lo plantea al inaugurar la muestra 'Diseño: la energía del pensamiento gráfico. 1965-2015', abierta hasta octubre en las salas de la Fundación Telefónica. Recoge un centenar de logos, decenas de libros y carteles, objetos o muebles familiares para una inmensa mayoría. Y es que del magín de Alberto Corazón han salido anagramas tan familiares como el del ONCE o el de las cercanías de RENFE, el popular teléfono Domo habitual en millones de hogares, o libros de texto diseñados para Anaya que marcaron un punto de inflexión en la docencia.
Es la más amplia retrospectiva sobre la labor del diseñador, pintor y escultor madrileño y plantea una profunda inmersión en el histórico mapa de signos y el poderoso lenguaje gráfico de un pionero "que diseñaba cuando no existía el concepto de diseño" según Ana Arambarri, comisaria de la exposición.
"El diseño es el encargo -asegura Corazón- y mi primer objetivo es defenderlo, lo que lo aleja de la expresión personal y del psiquismo profundo". "Es disciplina del conocimiento" sostiene, de modo que se plantea su trabajo como un tránsito "de la intuición a la reflexión". No es así extraño que la norma primordial de un diseñador sea para Corazón "escuchar y mirar" y que antes de trazar un boceto escriba una veintena de páginas.
Como diseñador apela a la emoción, pero lo basa todo en la reflexión. Antes de poner manos a la obra, investiga las razones profundas del encargo y habla con usuarios y protagonistas. Su legendario diseño para la ONCE, la esquemática figura de un invidente que camina con su bastón, surgió de decenas de entrevistas con vendedores de cupones y gestores de la institución. Su nueva y vigente imagen contribuyó a que una organización benéfica que languidecía se tornara en un poderoso conglomerado empresarial con intereses en la comunicación o el turismo. Además de crear su logo, Corazón rediseñó los cupones, creo mobiliario de oficina adaptado, utensilios de ayuda a los invidentes e imaginó ropas de trabajo -no realizadas- cuyos bocetos están en la muestra.
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Del libro al diseño industrial
Dividida en cuatro apartados, propone un viaje desde el libro hasta el diseño industrial a través de 132 carteles, 115 imágenes y bocetos, y 145 logotipos, objetos y maquetas. Incluye las obras más destacadas e icónicas de Corazón, como la señalización de la Casa del Lector de Madrid, el diseño del equipamiento para Cercanías-Renfe, o todo el proceso de creación del prototipo para el teléfono Domo, ademas de sillas, lámparas o relojes y la muy reconocible cartelería del Festival de Otoño de Madrid.
"Nuestro entono es hoy un pasaje de signos y objetos" asegura Corazón, que tiene a la comunicación gráfica por "la herramienta que nos permite mejorar la relación con todo lo que nos rodea". La utiliza tanto en sus diseños para ministerios, instituciones o grandes empresas, como cuando un obrador familiar de mazapán de Toledo, Santo Tomé le pidió diseñar unos embalajes de cartón en los que Corazón refleja los más de dos siglo de tradición de la casa.
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Comienzos como editor
Y en el principio de todo fue el libro, que para Corazón es "el más complejo y versátil artefacto que ha creado nuestra cultura". Nieto de impresor y licenciado en Económicas y Políticas, el joven Corazón era en 1965 un ardoroso y militante editor con su apellido a la izquierda. El sello que fundó con unos amigos, Ciencia Nueva, iba a publicar 'Ciencia y política del mundo antiguo' de Benjamin Farrington. No había portada, así que asumió su diseño. Fue el principio de una carrera con cientos de portadas, ya sea para libros educativos, para una colección poética como la de Visor o de pequeñas editoriales que publica un único libro al año.
El libro 'Trabajar con signos. Diseños de Alberto Corazón' recoge casi todos estos trabajos, -la mita de los firmados por Corazón-, que permanecen en la memoria colectiva de varias generaciones y "soportan de maravilla el paso del tiempo" según la comisaria. Son sus logos para el al MOPU, el Tesoro Público, la Biblioteca Nacional, la Universidad Autónoma de Madrid, la Casa del Libro, Hispasat, Paradores, Mapfre, el Círculo de Bellas Artes, el Ayuntamiento de Murcia, la Junta de Extremadura o la Librería Antonio Machado, por citar solo algunos de sus clientes.
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Con la crisis dio carpetazo al diseño y cerró el estudio. Su diagnóstico era que habían triunfado la codicia y la mediocridad "que consiguió una brillantez y un éxito popular que no me explico". Y que además se penalizaba la excelencia. Pero fue un adiós pasajero, ya que ha vuelto al oficio que convirtió en arte quien fuera en 2006 en el primer diseñador con silla en la Real Academia de Bellas Artes.
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