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CARLOS BUENO
Domingo, 12 de julio 2015, 07:26
Los estadounidenses gustan de exportar su cultura al resto del mundo y normalmente utilizan el cine o la música para conseguirlo. La fiesta de Halloween, que celebran los españoles desde hace años, es un ejemplo del imperialismo cultural del país norteamericano. Y como esta, muchas más. Aunque hay un fenómeno gastronómico que se ha resistido largo tiempo a aterrizar en España, el food truck. Pero la espera se acabó, porque, cada vez más, estos restaurantes sobre ruedas estacionan en las calles de las principales ciudades españolas y en los eventos más concurridos para darse a conocer y ofrecer a los hambrientos más impacientes o a los más atareados una solución rápida y de calidad para saciar su apetito.
Es un fenómeno creciente que está de moda, incluso se ha hecho un programa televisivo que emite RTVE, Cocineros al volante. Pero la vida de los propietarios de food truck es dura, afirma Leire Pérez, dueña de uno de estos vehículos-restaurantes, la hambroneta. No existe una normativa que nos regule y no hay ningún municipio que nos permita establecernos en un punto de la vía pública de manera fija, como un restaurante normal, explica.
Las food truck no pueden acogerse a la normativa que regula la venta ambulante de alimentos, como hacen los puestos de castañas, churros o helados porque existe una fuerte restricción respecto a las comida que se puede vender en la calle, aclara el abogado y presidente de Street Food, José Miguel García.
Los propietarios de estos restaurantes con ruedas, a falta de un marco legal en el que desarrollar su actividad, se ven obligados a desplazarse de evento en evento, donde sí que pueden llevar a cabo su labor libremente. Durante el año estamos a disposición de cualquiera que desee contratarnos para un evento concreto y en verano nos movemos por las fiestas populares del País Vasco, cuenta Leire. Es muy agobiante porque los ayuntamientos confirman los permisos con dos o tres días de antelación y en ocasiones el mismo día, dice.
Leire abrió la hambroneta y se echó a la carretera, pero los baches que encontró en el camino le impidieron vivir de este proyecto y se vio obligada a montar un servicio de catering con el que compatibilizarlo. Ahora, con mucha voluntad y esfuerzo se puede llegar a vivir de una food truck como autónomo pero si se quiere crecer y pagar a empleados es imposible, asegura.
Los municipios son los que deben conceder los permisos puntuales para que los restaurantes móviles puedan operar y eso impide que se desarrollen con plenitud. Desde Street Food demandan una iniciativa que cree un marco legal en el que puedan llevar a cabo su labor. Se está desaprovechando una oportunidad de impulsar la economía a nivel local y de promover los alimentos típicos de cada tierra, opina José Miguel García. Después de meses de reivindicaciones, se muestra esperanzado: Todos los partidos que se presentaron a las elecciones municipales de Madrid acogieron nuestra propuesta con interés y el próximo miércoles presentaremos una nueva iniciativa en el Foro empresarial de la capital.
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