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Frank Sinatra (d) buscó a Ava Gardner en el rodaje de 'Pandora y el holandés errante' en Tossa de Mar. :: EFE
Los furiosos días españoles de 'la Voz'

Los furiosos días españoles de 'la Voz'

El cantante y actor llegó cegado por los celos tras Ava Gardner en 1950 y acabó amargado, expulsado y multado por el régimen en 1964

MIGUEL LORENCI

Jueves, 25 de junio 2015, 00:47

Madrid. 'La Voz' estuvo perdidamente enamorado del 'animal más bello del mundo'. Casado con Nancy Barbato, Frank Sinatra cayó en el embrujo de Ava Gardner, que sería su segunda esposa. Pero la actriz, que huía de sí misma, encontró acomodo en los cincuenta en la gris y autárquica España que quería engatusar a Hollywood. Entre tablaos, cócteles y toreros sentó sus reales, destrozó corazones y trasegó océanos de champán y 'dry martini'. Y hasta la barra de Chicote, las mesas de Villa Rosa y los brazos de Luis Miguel Dominguín la persiguió, cegado por los celos, el cantante y actor, que visitó España media docena de veces entre 1950 y 1964.

Fueron días de furia, rabia y trifulcas para un Sinatra que jamás apreció un país en el que nunca se sintió querido y al que llegó atraído por una tormentosa pasión tan arrebatadora como tóxica. Aquellos endiablados y amargos días de despechos, alcohol y broncas son los que relata el periodista Francisco Reyero (Sevilla, 1971) en 'Sinatra. Nunca volveré a ese maldito país' (Fundación José Manuel Lara). Es la historia del intenso desamor entre Sinatra y España y recrea las tribulaciones ibéricas de 'la Voz' en unos años oscuros en los que el régimen quiso abrirse al mundo invitando al Hollywood a rodar aquí por unas migajas.

Reyero cuenta desde la llegada en 1950 de un iracundo y celoso Frank Sinatra para arrancar a Ava Gardner de los brazos del torero Mario Cabré, cuando ambos rodaban en Tossa de Mar 'Pandora y el holandés errante', hasta su expulsión con cajas destempladas del hotel Pez Espada de Torremolinos en 1964. Fue tras una bronca con un reportero y un camarero que acabó con 'la Voz' en comisaría

Es un Sinatra en horas bajas, repudiado por Hollywood, ególatra, escandaloso y pendenciero, acusado de desacato por lanzar improperios ante un retrato de Franco y multado con 25.000 pesetas, que juraría no volver a pisar este «maldito país». «Y no lo haría hasta 1986, cuando regresó para ofrecer un concierto en el Santiago Bernabéu. Debía ser histórico pero se acabaron regalando entradas a policías y soldados para llenar el estadio», relata Reyero. En 1992, en la Barcelona olímpica, volvería a cantar un crepuscular Sinatra.

Ha viajado el escritor y periodista sevillano por los escenarios norteamericanos y españoles de la vida de Sinatra y ha entrevistado a más de medio centenar de personas que tuvieron relación con él, de cuyo nacimiento en Hoboken (Nueva Jersey) se cumplen cien años en diciembre. Dice que su libro está «plagado de vivencias sentimentales, cómicas grotescas, excesiva y pasionales».

Reyero separa los hechos de las leyendas tejidas en torno al cantante y la actriz «dos seres seductores y atractivos, de una vitalidad acaso tan extrema como su voracidad sexual». Y sobran muestras. «¿Qué ves en un renacuajo de cincuenta kilos como Sinatra?» le preguntaron a Ava Gardner en el rodaje de 'Mogambo'. «Están los tres kilos de Frankie y los 47 de su pene», respondió la actriz. No se queda a la zaga un Sinatra que dejó a su esposa Nancy para 'cazar' a Gardner y que estuvo con Kim Novak, Marilyn Monroe, Lauren Bacall, Juliet Prowse o Donna Reed. Sofia Loren también se las vio con el instinto depredador de Sinatra mientras rodaban en España. «Tendrás lo tuyo, Sofía. Yo te lo daré», le repetía el actor, hasta que la italiana explotó y le dijo ante todo el equipo: «Tendré lo mío, sí, pero no serás tú quien me lo dé».

«Las broncas entre Sinatra y Gardner se hubieran producido igual en Finlandia que en España, pero fueron aquí y supusieron ese halo de fatalidad para Sinatra que envenenó su relación con España», concede Reyero. También contribuyó la prensa, «que desde el primer momento tomó partido por Ava Gardner y evidenció su inquina hacia Sinatra, que pronto sería mutua», y la abierta antipatía de Sinatra hacia Franco. «Al contrario de muchos actores más solícitos y condescendientes con la dictadura, Sinatra siempre mantuvo una actitud displicente y contestataria», destaca Reyero. Cuenta cómo en abril de 1956 Jaime Arias, relaciones públicas de la United Artist, le preparaba una rueda de prensa con motivo del rodaje de 'Orgullo y Pasión'. «Me gusta mucho España, pero lo primero que diré ante la prensa es que sufren un dictador infame y miserable», le dijo Arias, «que le contestó que con unas fotos sería suficiente».

El grueso del apasionado relato de Reyero son los turbulentos días españoles de Sinatra «pero también la transformación de una sociedad y un régimen que busca una relación conveniente con Hollywood, al calor de intereses compartidos y que sería muy provechosas para proyectar el turismo». Un acercamiento que se negoció «al máximo nivel entre una España que busca dulcificar su imagen oprobiosa dictadura y un Hollywood que hacía negocio rodando aquí a precios de auténtico saldo».

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