Los spotters, en plena acción en el Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

Apunta, dispara... ¡y vuela!

Un grupo de aficionados a la fotografía se reúne periódicamente con el único fin de inmortalizar aviones en cualquier parte del mundo. Son conocidos internacionalmente por practicar el spotting. Son los spotters.

Alberto Ferreras

Sábado, 6 de junio 2015, 07:19

En realidad, un spotter ('observador' en su traducción) puede ser perfectamente un aficionado a los trenes, automóviles o barcos que, al igual que en el caso de los aviones, toman fotografías de todo lo que se pueda mover entre dos raíles, tener cuatro, seis ocho ... o más ruedas, e incluso de aquello susceptible de flotar en mares, ríos o lagos.

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Aunque lo que realmente ha dado alas a estos perseguidores de máquinas han sido los aeroplanos. Los aeropuertos y sus zonas próximas son el caldo de cultivo de unas personas que han dado un nuevo sentido a las palabras 'observar', 'fotografiar' y 'catalogar'. Spotteo, spottear o hacer spotting engloban todo lo anterior. Pero aquí no queda la cosa. El spotting ha creado la necesidad de supervisar las imágenes tomadas para su correcta difusión en webs especializadas. Esa supervisión la llevan a cabo los screeners, sobre los que recae la responsabilidad de que toda la información de cada fotografía sea correcta y lo más exhaustiva posible.

Un spotter que se precie irá buscando a ese avión que hace una escala técnica en un vuelo de tránsito, o aquel otro lleva un nuevo esquema de pintura, o esperará a que aparezca por el horizonte un modelo o compañía aérea que no suele frecuentar el aeropuerto de su ciudad. Con esa manera de proceder, los spotters pueden llegar a ser perseguidos por los servicios de seguridad de los aeropuertos o por el contrario, ser los seres más buscados cuando han tomado la foto inédita de un avión que apareció por tal aeropuerto sin previo aviso. Precisamente de esta forma, en 2005, probaron con sus imágenes que, a través del espacio aéreo español, la CIA transportaba a presuntos terroristas de forma ilegal hacia Estados Unidos.

El pasado 5 de junio de 2015 tuvo lugar el VI Spotter Day en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, organizado por AENA, con la colaboración de la Asociación Aire. Durante una jornada a pleno sol, los pacientes fotógrafos tuvieron la oportunidad de fotografiar a pie pista primero, y de calle de rodaje después, a todas las aeronaves que pasaron por delante de sus objetivos. Bien pertrechados de chalecos reflectantes identificativos, sillas portátiles, vituallas, excelentes equipos de fotografía y un sinfín de tarjetas de memoria (lejos han quedado ya los rollos de 35 mm y 36 fotografías), su reacción es siempre la misma y al unísono. Un primer vistazo al modelo que se acerca, visor de la cámara al ojo y a disparar.

Un curioso posado

Pero la reacción al otro lado de la verja es menos previsible. De vez en cuando, un comandante abre la ventana de la cabina de pilotos y saluda a los objetivos de las cámaras que lo inmortalizan. Otros pasan sin fijarse demasiado en el nutrido grupo de chalecos naranjas y verdes que se agolpan en el perímetro exterior de la pista. Pero una sola vez sucede lo más sorprendente. Un piloto de la compañía Norwegian hace detener su Boeing 737-800 en la calle de rodaje que le lleva a la cabecera de pista, con el pasaje a bordo, y 'posa' para los spotters, haciendo que éstos terminen dedicándole un afectuoso aplauso colectivo en agradecimiento al inédito detalle. El pasaje también hace evidente su curiosidad asomándose a través de las ventanas del avión, saludando y haciendo fotos desde el interior.

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Y es que spottear provoca no sólo lazos de afición entre sus practicantes. También genera actuaciones y sensaciones que traspasan todas las barreras de seguridad de los aeropuertos, haciendo incluso que los objetivos de sus cámaras lleguen a detener, sin preverlo, las 80 toneladas de un avión spotteado.

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