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Jonás Sáinz
Jueves, 14 de mayo 2015, 22:29
Han pasado 25 años pero uno todavía no termina de acostumbrarse. Es algo especial. Por más que sepas que es tuyo, que es de todos, y que está ahí precisamente para ti, la imponente sensación de ceremonial antiguo y moderno al mismo tiempo te hace ... sentir a punto de vivir algo único. A punto de formar parte de ello. Traspasas el vestíbulo, te acomodas en la butaca y cuando se apagan las luces ya sabes que eres parte del Bretón.
Han pasado 25 años y en este tiempo dos millones de espectadores han engrosado la familia del Bretón de los Herreros, el teatro municipal de Logroño, convertido en el principal foco cultural de la ciudad y de La Rioja y en una de las plazas periféricas más respetadas en el panorama español de las artes escénicas. Una programación diversa, pensada para un amplio abanico de públicos y siempre seleccionada bajo un contrastado criterio de calidad, mantiene una oferta de espectáculos casi ininterrumpida a lo largo del año. Son ya más de cuatro mil funciones de teatro, marionetas, danza clásica y contemporánea, ópera y zarzuela, música popular de todos los estilos, circo y magia, cine y todo cuanto quepa sobre un escenario. Una rica cartelera siempre con precios asequibles, cuyo presupuesto pagan todos los logroñeses con un millón de euros anual, pero cuya rentabilidad no es económica, sino social y cultural.
El aniversario se cumplirá el 22 de mayo. Es la fecha en que fue reinaugurado en 1990 gracias a una campaña popular local que se propuso recuperarlo después de su destrucción en 1979 y de la política estatal impulsada en 1982 para la puesta en marcha de una red de teatros públicos en todo el país. Y es que el Bretón de los Herreros tiene una larga historia anterior a esta época, pero la clave de su éxito actual fue convertirlo en teatro público, por primera vez de titularidad y gestión municipal, y ello le permite también sortear etapas de dificultades económicas como la presente. Por eso es tan importante que el ciudadano lo sienta como algo propio y lo defienda como algo fundamental.
«Imprescindible»
«Es el principal referente de la cultura en Logroño», reconoció la alcaldesa Cuca Gamarra al presentar la programación de esta temporada. Entre ella y el socialista Manuel Sainz, que ocupaba el cargo cuando el teatro fue restaurado y reabierto, han sido cinco alcaldes diferentes en un cuarto de siglo y ninguno ha cuestionado la necesidad del Bretón. Quirante, que lleva al frente desde el primer día, asegura que «el teatro está hoy tan consolidado que es imprescindible».
Aunque afortunadamente existen ya en la ciudad otros espacios e iniciativas dinamizadoras de actividades culturales, quién puede imaginar Logroño sin el Festival de Teatro, sin los Jueves Flamencos, sin las programaciones festivas de San Mateo y San Bernabé, sin el navideño Festival de Marionetas, sin la campaña escolar que descubre este mundo mágico a miles de niños, sin el jazz que programa Cultural Rioja, sin el ballet o la ópera, sin el cine en versión original... Son ya varias generaciones de logroñeses que han crecido con el Bretón siempre en funcionamiento; para ellos debe de ser algo tan natural como el Ebro, La Redonda o el Espolón.
Y aunque los que sabemos que no, que no siempre fue así, en cierto modo también podemos sentir que el Bretón es, en efecto, río, catedral y plaza. Traspasas el vestíbulo, te acomodas en la butaca y cuando se apagan las luces ya sabes que eres parte del Bretón. Que el Bretón es tuyo. Y, por supuesto, que lo tuyo, lo nuestro, es puro teatro.
Último tren a Katanga
Muy lejos, en todos los sentidos queda la cartelera del viejo Bretón. Allá por 1979 no se diferenciaba mucho del Astoria, Avenida, Diana, Dúplex, Moderno y Sahor, pues, como aquellas salas de una época del cine hoy ya remota, el teatro apenas ofrecía otra cosa que películas. Sesión continua desde las 4.30 para mayores de catorce años y menores acompañados: Último tren a Katanga, con Rod Taylor, Ivette Mimieux y Jim Brown, «acción y violencia al rojo vivo en un monumental film de aventuras con sanguinarios mercenarios, hombres sin escrúpulos que matan o mueren por dinero».
Era entonces el Bretón un teatro en franca decadencia, si bien es cierto que ni mayor ni menor que la de otras capitales de provincia, pero muy lejana, a su vez, del esplendor de finales del siglo XIX y los felices años veinte.
Fue el 19 de septiembre de 1880 cuando se inauguró el entonces Teatro Quintana, aunque todo el mundo lo llamaba el Principal, precisamente con la representación de diversas obras del queleño Manuel Bretón de los Herreros a cargo de la compañía de Manuel Catalina.
Entre 1900 y 1901, una primera reforma, de las muchas que vendrían después, dio al coliseo la fachada que hoy conocemos, obra de Luis Barrón. En su interior, al compás de la España provinciana, fue transcurriendo todo un siglo de teatro, cine, música y variedades, pero también de encuentros políticas, de veladas republicanas y sindicales, de exaltaciones patrióticas durante la Gerra Civil, así como de celebraciones populares, bailes de carnaval, domingos de piñata y juegos florales... También entonces, a su manera, aquel Bretón, como se popularizó, era aquel Logroño.
En la segunda mitad del siglo, tras la posguerra y en plena dictadura, la actividad teatral fue languideciendo. La programación terminó por depender casi exclusivamente de la Sociedad Artística Riojana. Un concierto de la Orquesta Filarmónica de Madrid sería sin nadie pretenderlo el canto del cisne de aquel viejo teatro.
El 24 de enero la ciudad amaneció con la siniestra humareda del incendio que había devorado el Bretón durante la noche. Un accidente fortuito, dijeron. Las llamas debieron de iniciarse entre el escenario y la antigua Sala Rex (el actual Salón de Columnas). Quedó destruido por completo. Fue el final de una larga época. Yfue, al mismo tiempo, el comienzo de otra.
Tras la campaña popular salvar el Bretón, en 1984 el Ayuntamiento lo compró por 70 millones de pesetas a las hermanas Sáenz de Buruaga e impulsó su reconstrucción por 216 millones. Tras las obras, el 22 de mayo de 1990 el nuevo Teatro Bretón de los Herreros fue inaugurado por la reina Sofía. Para la ocasión actuó una gran compañía, el Ballet Nacional de España. Estuvo varios días y media ciudad acudió a verlo. Aquello fue sin duda un gran acontecimiento, pero nadie podía imaginar cuánta repercusión tendría en el futuro un teatro público por primera vez.
Ahora es tiempo de celebrarlo y el Bretón lo hace, como no podía ser de otra manera, con teatro, con su público, con su ciudad. Por suerte, aquel de Katanga no fue el último tren. Así que... ¡todos al teatro!
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