Rosario González
Lunes, 13 de abril 2015, 01:57
Dicen que Boris Yellnikoff es el personaje creado por Woody Allen que mejor retrata al cineasta neoyorkino. Una opinión auspiciada por el propio director en un texto que rezaba: "No soy yo exactamente, quizás sea una extrema exageración de mis sentimientos, pero las similitudes son ... obvias". Se refería al protagonista de 'Si la cosa funciona', una de las comedias más ácidas de Woody Allen y cuyo protagonista, Boris Yellnikof, un intelectual descreído y malhumorado con escasa fe en la humanidad, tendrá que adaptarse a su nueva vida tras iniciar un particular romance con una mujer treinta años menor que él. Ahora, la película se sube a las tablas por primera vez en España desde este viernes en el Teatro Alcázar de Madrid.
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La idea se forjó hace ya varios años en la mente de Pedro Larrañaga, que ofreció al actor José Luis Gil encarnar el alter ego español de Woody Allen. "Me encantó todo lo que decía el personaje, suscribo el 90% de las cosas que dice y me parecía maravilloso", explica Gil, que encontró por fin hueco entre rodaje y rodaje para llevar adelante el proyecto. El veterano actor, conocido por el gran público por las series 'Aquí no hay quien viva' y 'La que se avecina', suma este personaje a una larga y fructífera trayectoria en el teatro y el doblaje, donde ha dado voz a actores como Hugh Grant, Woody Harrelson o Patrick Swayze, así como a personajes Disney en 'Tarzán', 'Toy Story' y 'Buscando a Nemo'. "Si esto sirve para que la gente vea esta obra, bienvenido sea; mi responsabilidad es conseguir que ese espectador que llega al teatro por curiosidad vuelva".
En este nuevo reto teatral, Gil tuvo claro desde el principio que "era absurdo tratar de imitar" a un autor tan presente como Allen. "Es un desgaste de energía absurdo y que no me permitiría estar pendiente de darle la dimensión que tiene el texto y el personaje que creó y que ni siquiera interpretó él mismo", señala en referencia al Larry David, el actor que dio vida a su personaje en la cinta original y a quien descartó igualmente tratar de emular. "Hemos intentado que el texto tenga la misma fuerza y que el personaje sea creíble y eso se puede haber bien a través de distintos estilos mientras seas fiel al mensaje que Allen lanza al público contando cómo es sin tapujos ni prejuicios".
Con esa premisa, Gil se enfunda la piel de un personaje malhumorado y misántropo, suicida fallido, a quien no le preocupa ser agradable en un punto en su vida de "descreimiento" y de "desapego" a la especie humana. "No cree en el ser humano ni que merezca la pena confiar, porque la gente siempre falla; somos una especie fallida", analiza el actor. "Es un personaje que llega a autorecluirse tras sus experiencias vitales, al entender que la vida es un recorrido con fecha de caducidad y que en la suya algo estaba fallando y no había emoción". "Porque todo se reduce a que -continúa Gil-, si la cosa funciona, sea lo que sea lo que estés haciendo, continúa con ello, porque es lo único que te vas a llevar de aquí".
La cruda realidad
La actriz Ana Ruiz es la encargada de dar la réplica a Gil sobre el escenario. Su personaje, Melody, es una joven nacida Dallas, de madre ultracatólica, padre miembro de la Federación Nacional del Rifle y educada en los concursos de belleza, que llega a Nueva York y, sola y asustada, conoce a Boris. "Lo escucha hablar y, es tan diferente a lo que ha conocido, que surge la admiración y una suerte de enamoramiento", resume. "Creo que el personaje de Boris transforma a todo el que va llegando, pero de alguna manera el que va llegando transforma también a Boris. El fuerte contraste entre los extremos produce una mezcla extraña, pero al final la vida es así, te sorprende y vas aprendiendo de las cosas que van pasando", explica la actriz, que completa el reparto junto a Rocío Calvo, Ricardo Joven y Beatriz Santana.
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La dirección de la versión teatral corre a cargo de Alberto Castrillo-Ferrer, admirador confeso del director neoyorkino, que recibe como un reto y un lujo "poner en pie sus diálogos, entender su lucidez de pensamiento y hacer que el público se divierta reflexionando, ría y empatice con los personajes". "Me gusta porque es una comedia que dice cosas y, aunque a veces te apetece una comedia insulsa para reirte sin más, me motiva que la gente salga del teatro pensando en las cosas que dice, algunas de ellas violentas, crudas y muy descarnadas, pero en las que detrás se percibe un amor por el ser humano".
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