Ay, Carmela

Carmen Medrano (Logroño, 1950-1979) murió sin haber cumplido 29 años cuando el grupo, un emblema local de la Transición, preparaba su tercer disco y empezaba a consolidar una carrera musical dentro del folk de la época y la canción social. Su muerte, a consecuencia de una úlcera estomacal que derivó en peritonitis aguda, causó gran conmoción. Diez mil personas abarrotaron la plaza de toros en un histórico homenaje póstumo en el que actuaron, junto a Jesús e Iñaki, artistas amigos como Labordeta, Imanol, Sabina, Jorge Melgarejo, Chema Purón, Elisa Serna, La Bullonera y Quintín Cabrera.

Pero nada, ni tantos compañeros entonces ni siquiera el paso de tantos años, ha logrado paliar la ausencia de una mujer que tomaba partido hasta mancharse. Y tampoco ha conseguido, hasta hoy, saldar una última cuenta pendiente, el último deseo de Carmen. Era como si el cadáver -como dice el poema de César Vallejo que ella cantaba casi a capella- siguiera muriendo: ...

«El mundo se vino abajo»

«El 1 de mayo de 1979 -cuenta Jesús- se inauguraba el cementerio civil sobre las fosas de La Barranca. Ese día, nosotros cantábamos en la Fiesta del Trabajo en Bilbao que organizaba CCOO, junto a nuestros colegas y amigos Ricardo Cantalapiedra e Imanol. En aquellos momentos, o quizá bastante antes, cuando empezamos a cantar una canción dedicada a La Barranca, sería el año 1972 o 1973, Carmen me comentó, quizá estaba alguien más en aquella conversación, que ella querría ser enterrada en La Barranca. Algo que hemos dicho casi todos los que hemos convivido con el recuerdo de aquella gente que nos precedió en la lucha por un mundo mejor y más justo. Pero es muy difícil creer que alguien se pueda morir con 28 años. como ocurrió solo un mes más tarde de aquella inauguración. Supongo que entonces nos pudo (que me pudo) la tragedia. En todo caso, el mundo se vino abajo».

Carmen fue enterrada en el cementerio municipal de Logroño, pero ahora Jesús ha reunido fuerzas para dar cumplimiento a aquel deseo y trasladarla: «Hemos incinerado sus restos, dejando parte de sus cenizas con sus padres (su madre falleció a finales del año pasado). Y enterraremos el resto de sus cenizas en La Barranca. Simplemente, en La Barranca, como han hecho tantas personas durante todos estos años».

En estos pocos días, lo que surgió como un acto íntimo y familiar para los más allegados se ha ido convirtiendo en un homenaje al que podrán sumarse todos cuanto deseen cantar una vez más Carmen. A partir de las cinco de la tarde habrá en La Barranca canciones, poemas, muchos recuerdos y algunas esperanzas. Para al menos seguir soñando con el poema de Vallejo que Carmen sigue cantando... ...