Antonio Paniagua
Martes, 17 de marzo 2015, 02:56
Por ahora no se puede demostrar que los huesos hallados en la cripta del Convento de las Trinitarias de Madrid sean los de Miguel de Cervantes. Después de diez meses de trabajos arqueológicos y antropológicos, y gastados 102.000 euros, los investigadores creen que es ... posible que entre los fragmentos óseos se encuentren los del autor de El Quijote. Para no tener ninguna duda habría que hacer una prueba de ADN, pero el problema estriba en que no hay material genético con qué cotejarlo. "No podemos hacer una verificación matemática en términos de certeza absoluta, por eso somos prudentes y al mismo tiempo estamos muy ilusionados internamente. Estamos convencidos de que en esos fragmentos hay algo de Cervantes", aseguró el forense y uno de los responsables del proyecto, Francisco Etxeberria. Los que se apuntan al pesimismo esgrimen el dato de que entre los restos no se han hallado lesiones como las que sufrió Cervantes en la batalla de Lepanto. No hay ningún rastro del disparo que le menoscabó el brazo izquierdo ni del arcabuzazo que recibió en el pecho.
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Identificar los restos de Cervantes mediante un análisis genético de forma fehaciente equivaldría a remover Roma con Santiago. El árbol genealógico del escritor prácticamente acaba con él. Se sabe que su hermana Luisa está enterrada en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Alcalá de Henares, pero yace en un osario, junto a cadáveres de centenares de monjas.
Las conclusiones del equipo científico caben en menos de una página. A la vista de toda información generada de carácter histórico, arqueológico y antropológico, es posible considerar que entre los fragmentos de la reducción [osario] localizada en el suelo de la cripta de la actual Iglesia de las Trinitarias se encuentren algunos pertenecientes a Miguel de Cervantes. Para el forense y director de la búsqueda, los científicos consideran que se trata de algo más que una hipótesis.
Los expertos prefieren hablar de localización antes que de identificación. Hay huesos dispersos en tres estratos en el subsuelo de la bóveda conventual, y los pertenecientes al siglo XVII están muy deteriorados. En realidad, en algunos casos es más apropiado hablar de esquirlas antes que de fragmentos óseos.
Los verdaderos hallazgos son más de orden documental e histórico que arqueológico. Los libros de difuntos de los registros parroquiales de la iglesia de San Sebastián dan fe de que entre 1609 y 1630 fueron enterradas en el templo de las trinitarias 17 personas, de los cuales seis eran niños. En el subsuelo de la cripta, adonde fueron trasladados los restos mortales desde la iglesia primitiva en una fecha no posterior a 1730, han aparecido huesos, en algunos casos diminutos y muy desgastados por la humedad, de 15 personas, diez adultos y cinco niños. Hasta ahí llegan las conclusiones del trabajo de los científicos, en las que abundan las coincidencias que permiten decir que es probable que los huesos de Cervantes yacen bajo la bóveda del convento. Y lo hacen en compañía de su viuda, Catalina de Salazar.
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