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Las asistentes siguen atentas las explicaciones del barbero. :: J.R.
La barbería como disciplina artística

La barbería como disciplina artística

El barbero Álvaro Calvo protagoniza un curso de formación en una galería de arte

DIEGO MARÍN A.

Lunes, 9 de marzo 2015, 08:59

«La tijera es como un coche, siempre anda hacia donde mira el morro», explicaba ayer Álvaro Calvo, considerado por la asociación Barberías con Encanto el Mejor Barbero de España 2014. Aunque trabaja en su local del número 46 de la calle Gonzalo de Berceo, en Logroño, se trasladó por un día a la galería de arte Martínez Glera e impartió un curso de formación en barbería. Allí, entre los 'collages' expuestos de Carmen Pérez-Martínez, plantó un sillón de peluquería y, a pesar de la dificultad de no disponer de una luz adecuada ni de espejo, realizó una exhibición magistral de cortes de pelo masculinos y arreglos de barba. «Me gusta darle a las formaciones un toque vistoso, también las hemos hecho en un patio andaluz», describió el barbero.

Ver trabajar a Álvaro 'the Barber' es un espectáculo detallista y naturalidad. Cuenta con más de veinte años de experiencia. Una treintena de personas (todas mujeres excepto un hombre) asistieron al curso en el que, además de comprobar cómo diseñaba las cabelleras al estilo 'pompadour', 'fade executive contour' y 'texturizado casual look', con clientes habituales de su barbería que ejercieron de modelos; afeitar a navaja y arreglar barba y bigote, también se le pudo escuchar hablar. Y oírle, al menos para el no versado en tecnicismos de peluquería, provocaba una armonía de bellas palabras: huesos temporales, movimiento de parábola, rollo 'retro', trabajo a mano alzada, pulso de cirujano, acariciar la raya con cera...

La labor del barbero parecía una disciplina artística en sus manos tatuadas. «No sé si artístico pero sí artesano porque es un trabajo manual. Y es creativo. La peluquería es creatividad, moda», explicó Álvaro Calvo. «La gran mayoría de peluqueros son mujeres y lo normal es formarte en lo que no controlas, así que es normal que vengan las chicas, si no dominan el corte de pelo masculino», opinó. En cuanto a los cortes que realizó en público, fueron técnicos, de 'old school', moderno y 'casual', «se trata de que la gente se lleve a sus salones lo que vea aquí».

«¿Cómo rentabilizas esto?», preguntó una mujer, intentando valorar el trabajo de Álvaro. «Cobrando», respondió sincero él. Y reflexionó, quizá para sorpresa de muchos, que «Logroño es una ciudad con nivel y los trabajos buenos hay que cobrarlos.Y el que no esté dispuesto, ahí tiene las peluquerías a 5 euros. Logroño es una ciudad moderna, lo he descubierto viajando, cuando pensábamos que éramos más 'pueblo'». En su labor se aprecia coherencia, convicción y delicadeza, ya sea con tijera, navaja, peine, laca o secador. Al final, recibió aplausos. «Vendo el afeitado como un servicio de 'spa', de relajación, un capricho», afirma.

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