Ouka Leele encuentra el paraíso

«Hallé el Edén dejándome llevar por su la luz» asegura la fotógrafa, que se instaló en la aldea de Peñanes, en Morcín, en la que viven una decena de personas y desde la que divisaba el mágico Monsacro. Desde esa base vagabundeó por toda la región «sin idea preconcebidas» .

El resultado son las cincuenta imágenes que expone en el Centro Conde Duque de Madrid hasta el 20 de abril en la muestra 'A donde la luz me lleve'. Son apenas la punta del iceberg, ya que tomó más de 10.000 instantáneas de las que expone una parte ínfima y reproduce apenas 180 en el catálogo.

«Tuve la sensación de estar entrando en el paraíso, de hallar agua para mi sed inmersa en la belleza» insiste la fotógrafa que ha retratado las costas, los faros y las rocas, pero también las gentes y las costumbres del medio rural, la vegetación, la fauna la arquitectura y las leyendas. «Salía de una exposición en la que retraté lo más brutal y abyecto de la condición humana y llegar a Asturias resultó balsámico» explica aludiendo a 'Un Banquete Cruel. Pour Qoui?', su video-instalación para erradicar la violencia contra las mujeres y hacer oír la voz de Caddy Adzuba, Premio Príncipe de Asturias, que mostró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Fotopintora

Alterna su estilo más característico con las innovaciones formales, -«las escenificaciones con los hallazgos»- combinando las imágenes digitales en color y de gran formato -la mayoría- con alguna en blanco y negro, el vídeo y sus característicos retratos coloreados a mano con los que se dio a conocer a finales de los setenta. El comisario de la muestra, Manuel Romero, los define como «arqueológicos», aunque el crítico y conservador cree que OukaLeele «ha dado un giro de 180 grados» y que «con un nuevo lenguaje, mucho más austero, ha buscado La Asturias secreta y campesina en lugar de la maravillosa».

«No soy una pintora frustrada, porque me considero una pintora activa» dice Leele ante sus cinco retratos coloreados con acuarela. Ahora los enmarca con delicada marquetería en unas ventanas con puertecita que recuerdan a los iconos coptos y ortodoxos.

El colorido paisaje y el paisanaje se alternan en la muestra con visiones oníricas que acentúan el misterio intimista de la región que «tienen algo del Edén, donde te arropan la música de los pájaros y el olor». «Como una recolectora, salía por la mañana dispuesta a ir donde la luz me llevara, sabiendo que no podría repetir lo que viera, construido de luz y brumas, de humedad y misterios efímeros irrepetibles», detalla la artista.

En su afán de «ir siempre más allá» buscó trasgos, cuélebres y xanas y halló «además del jardín del Edén, al ser humano en estado puro». En el único autorretrato de la muestra aparece como una etérea xana, un hada envuelta en un túnica blanca que se adentra en una brumosa fraga.

Dice que mucho más duro que la recolección fue la selección de la fotos. «Me sentí minera, prisionera, trabajando a solas en la oscuridad, rechazando todo lo que mis amigos y la vida cultural me proponían» explica.

La fundación se queda con copias únicas de algunas de las fotos expuestas, ya que su propósito es crear de un fondo de obra inédita inspirada en Asturias y sus gentes a través de la mirada y la obra de fotógrafos españoles de prestigio. Son invitados a participar en el proyecto «con pleno respeto a su libertad creativa» según aseguró Álvaro Sánchez, secretario del Patronato de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson.

Trayectoria

Ouka Leele pasó su infancia entre Madrid y San Rafael, donde el bosque «se clavó en mi alma para siempre». El dibujo, los libros de arte y las visitas al Museo del Prado marcaron una formación temprana en la que «los colores y pinceladas de las telas en los ropajes de El Greco me causaban la misma emoción que los colores de la naturaleza».

Tras su paso por Photocentro, publica su primeras fotos en 'Principio, 9 jóvenes fotógrafos españoles' ya con el nombre que tomó de una constelación ficticia pintada por 'El Hortelano'. Su necesidad de pintar la empuja a fundir pintura y fotografía e iniciar su búsqueda artística de manera autodidacta.

La serie 'Peluquería' abre en 1978 un camino que le llevaría a Nueva York y México. Regresa al efervescente Madrid de la movida y diseña los sombreros para 'Laberinto de Pasiones', de Almodóvar. En 1987 expuso en La Bienal de Sao Paolo y realizó el gran montaje de La Cibeles representando el mito de Atalanta e Hipómenes, antes de exponer en el Museo Español de Arte Contemporáneo.

En París realizó en 1988 la serie de polaroids gigantes para la fundación Cartier. En 2007 expuso en el Museo del Prado obras como 'La Menina ingrávida' o 'Mi cuerpo es mi territorio' .

Autora de poemarios como 'Este libro arde entre mis manos' o 'La llave de la jaula', cuenta con galardones como el Premio Nacional de Fotografía, el de Cultura de la Comunidad de Madrid, la Medalla de Honor en la XI Bienal Internacional del Cairo, el premio Isabel Ferrer, la Medalla de Plata de la Comunidad de Madrid, o el premio Piedad Isla por toda su carrera.