Un festín para cervantófilos

Pieza estelar es un ejemplar de los 1.200 que Juan de la Cuesta imprimió en 1605 de la primera parte de las aventuras del Ingenioso Hidalgo. «Solo quedan 27 localizados en todo el mundo y su valor es incalculable» explica José Manuel Lucía Megías, comisario de la exposición. Megías recordó que el último que salió a subasta lo adquirió la Biblioteca de Congreso de los Estados Unidos en los años noventa. Pagó por el casi 1,2 millones de euros, algo más de 190 millones de las antiguas pesetas, lo que indujo a error al comisario, que cifró la venta en «50 millones de dólares».

Se exhibe también uno de los cinco manuscritos cervantinos que se conservan en todo el mundo, que pertenece a la Biblioteca Nacional y primeras ediciones de toda las obras de Cervantes, de 'La Galatea' a 'El Parnaso' pasando por las 'Novelas ejemplares'.

La 'cervantofilia' tiene un creador tan extravagante e ingenioso como el mismísimo Alonso Quijano. Un poliédrico y atrabiliario personaje que hizo creer a todos a mediados del XIX que un aristócrata alemán, el doctor Thebussem, poseía más de 1.200 ediciones cervantinas de un incalculable valor. «Si en Alemania se desviven por Cervantes, ¿qué no deberíamos hacer en España?» fue la movilizadora propuesta de Mario Pardo de Figueroa, inventor de la figura de Thebussem y su fantástica biblioteca en 1868, e impulsor, por tanto, del furor cervantino.

«El movimiento cervantófilo nació de la ficción de Pardo de Figueroa que logró que nuestro país quisiera competir con la supuesta colección alemana. Así que si El Quijote nació de la ficción de los libros de caballerías, el coleccionismo cervantino surgió de una imaginaria e inexistente biblioteca del Doctor Thebussem» apuntó Megías.

Inéditos

Por eso el título de la exposición es 'Coleccionismo cervantino en la BNE: del doctor Thebussem al fondo Sedó'. Alude a la fabulación de Pardo de Figueroa y a Juan Sedó, el gran coleccionista del siglo XX que legó sus tesoros cervantinos, muchos inéditos, a la Biblioteca Nacional en 1968. Pardo de Figueroa alimentó la pasión por Cervantes, creo las primeras postales y alentó su coleccionismo, fue el inventor de la filatelia y llegó a ser cocinero de Alfonso XII.

La muestra es un recorrido por piezas únicas -manuscritas, impresas, iconográficas y musicales- atesoradas con «pasión, dinero y conocimiento» por ardorosos coleccionistas entregados a la causa cervantina. «Permite comprender cómo Cervantes y su obra siguen siendo admirados en todo el mundo, y como la 'cervantofilia' es su fenómeno sin parangón en el mundo» explica el comisario. «No se da la 'shakespearofilia' con la misma intensidad. No pasa con Lope de Vega ni con Lorca y no creo que ocurra con ningún otro grande de literatura universal» aventura el experto. «Mostramos lo que todo coleccionista quisiera tener, accediendo a sus sueños a sus agendas de compra o sus anotaciones manuscritas», concluye. Hay piezas tan singulares como ediciones impresas en corcho, en madera telas, juegos, o un dibujo original de Picasso.

Organizada por la Biblioteca Nacional y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la muestra se suma a IV centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote. Hasta el 3 de mayo estará en cartel en las salas de la BNE y se trasladará a luego a Castilla-La Mancha en fechas aún por determinar.