Arte, vida y ecos de la Gran Guerra

La Fundación Miró explora la ebullición cultural y social de la Barcelona neutral

Miguel Lorenci

Viernes, 24 de octubre 2014, 10:24

Con el mundo en llamas, Barcelona se coló en la modernidad. La puerta fue la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial, que se tradujo en un insólita riqueza artística y cultural paralela a una ebullición social y política que trasformaría a la ciudad condal. ... Lo cuenta la exposición 'Barcelona, zona neutral (1914-1918)', que, con el patrocinio de la Fundación BBVA, reúne en la Fundación Miró casi quinientas piezas de un centenar de artistas entre pinturas, esculturas, dibujos, fotos, carteles, revistas y películas de la época. Buena parte son de creadores que hallaron refugio en la capital catalana en su huida de la Gran Guerra y que, junto a los inmigrantes, especuladores, contrabandistas y prostitutas, alteraron los usos sociales.

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Comisariada por Fèlix Fanés y Joan M. Minguet, 'Barcelona, zona neutral (1914-1918)' explica los cambios que la neutralidad representó para una Barcelona en la que recalaron creadores de toda Europa huyendo del horror bélico y en la que Picasso se instalaría temporalmente antes de su salto definitivo a París. Media docena de sus obras de estos años se exhiben junto a las de Picabia, Miró, Delaunay, Gleizes, Torres-García o Sunyer. Hay un buen número de obras inéditas, como los dibujos del frente de Josep Clarà, Apa o Picarol y las fotografías de Josep Brangulí. El arte convive con elementos de comunicación de masas de la época exhibidos en su formato original.

Mientras hace ahora cien años la tecnificada guerra asolaba Europa y la industrialización del armamento causaba más de dieciséis millones de muertos y veinte millones de heridos, Barcelona muda de piel, cambia su tejido social y cultural. Los artistas catalanes entran en la vanguardia influidos por sus estancias en París y muchos creadores extranjeros recalan en la ciudad huyendo de la guerra, como Picabia, Gleizes, Otho Lloyd, Olga Sacharoff o Arthur Cravan.

Algunos artistas barceloneses se desplazan hasta el frente de batalla para retratar la guerra mientras la Exposición de Arte Francés, que se celebra en Barcelona y no en París debido a la guerra, inyecta innovación.

La neutralidad supone también cambios económicos, políticos, laborales y sociales de gran calado. La tensión entre los dos bloques en guerra genera una división social entre aliadófilos y germanófilos que la exposición refleja mediante la propaganda y las revistas. También los agudos conflictos sociales que acarrea la modernidad industrial, con las primeras grandes huelgas, el crecimiento exponencial de la población con la inmigración y la explosión de la oferta de ocio y el deporte, la vida nocturna y el cine.

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Los comisarios recurren a todo tipo de formatos visuales para explicar cómo la neutralidad transformó la capital catalana en todos estos órdenes «y abrió las puertas a la modernidad», según Rosa María Malet, directora de la Fundación Miró. La cultura de masas y la producción seriada convive en la exposición con pintura, escultura o dibujo. «Las tensiones ya no se expresan solo con la palabra o el arte convencional; los fenómenos se registran visualmente por medio de la fotografía y el cine y se reproducen para llegar a gran parte de la población», apuntan los comisarios. Como tantos historiadores, sitúan en 1914 «el verdadero inicio del siglo XX».

Espacios

Estructurada en nueve apartados, comienza con 'La Gran Guerra', con pinturas de Léger, Kubin, Heckel y Nash y material bélico junto a fotografías inéditas que documentan la muerte y mutilados en los campos de batalla.

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'Modernidad y vanguardia' repasa la influencia de París en los artistas catalanes, que viajan buscando fortuna e inspiración. El Cézanne que impacto en Sunyer, que a su vez influye en Josep Togores y Joan Miró, marca el retorno de los artistas catalanes a Barcelona durante la guerra y la eclosión de la vanguardia en la ciudad.

'Burgueses y proletarios' documenta los cambios políticos y sociales, con miles de ciudadanos en busca de trabajo, refugio o una aventura bohemia con revistas ilustradas y las imágenes de la primera generación de fotoperiodistas.

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Pese a su supuesta neutralidad, aliadófilos y germanófilos se confrontan, como explica 'Barcelona y la guerra', mediante revistas ilustradas y algunas financiadas por las potencias extranjeras, como 'Iberia'.

'La ciudad de marfil' aborda el afianzamiento del proyecto artístico y político del 'Noucentisme' con esculturas de Clarà y Casanovas y obras de Nogués, Obiols o Espina. Pero la ciudad de día no se parece a la ciudad de noche y para ilustrar la vida nocturna se exhiben revistas eróticas, postales de artistas de variedades y dibujos sarcásticos.

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Los salones anuales de arte de París que la guerra suspende se trasladan a Barcelona. Hasta 1.400 obras, entre óleos, esculturas, dibujos, grabados y piezas de artes decorativas pueden verse en 1917 en el Palacio de Bellas Artes. Muchas de ellas están en la sexta sala, de artistas tan reconocidos como Pissarro, Rodin, Sisley o Denis. Adquiridas algunas por coleccionistas catalanes, se exponen por primera vez en la Fundación Joan Miró.

'Exiliados' muestra obras de creadores como Albert Gleizes, Francis Picabia, Otho Lloyd, Sonia Delaunay, Robert Delaunay y Olga Sacharoff, todos refugiados en Barcelona y algunos amparados por el galerista Josep Dalmau, donde Miró expone por primera vez en 1918. Hay una filmación y fotos inéditas de Brangulí del combate de boxeo que el poeta anarquista Arthur Cravan libró con Jack Johnson en 1916.

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Picasso es la estrella de la octava sala. Había regresado a Barcelona en 1917 con la gira de los Ballets Rusos, donde bailaba su futura esposa, Olga Khokhlova. Se exhiben sus diseños para el decorado del ballet 'Parade' y algunas de las obras que realiza durante esos meses, como su espectacular retrato puntillista e inacabado de Olga, conocido como 'La salchichona'.

La muestra, que concede una gran atención al cine, concluye con un espacio dedicado al asueto, el consumo y la cultura de masas. Desde 1904, año en que se instaura la ley del descanso dominical, la oferta de ocio crece y encuentra en la publicidad su estrategia de difusión. Acontecimientos deportivos, parques de atracciones, corridas de toros, circo y cine son los ejes de la nueva cultura popular, un fenómeno que se ilustra con carteles, revistas, fotografía y cine. Se proyecta como colofón la primera película pacifista de humor del siglo XX, 'Armas al hombro', con Charles Chaplin en las trincheras.

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