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Sábado, 25 de octubre 2014, 23:40
La finca de Zahariche, donde pastan los Miura desde 1941, mantiene en su interior grandes secretos de la evolución y la historia del toro bravo por excelencia. No en vano, muchas personas creen que Miura y toro son sinónimos y tan grande es su leyenda que incluso en el diccionario de la RAE aparece dos acepciones para esta vacada: «Toro de la ganadería de Miura, formada en 1848 por Eduardo Miura, famosa por la bravura e intención atribuida a sus reses», y una segunda aplastante: «Persona aviesa, de malas intenciones». La plaza de Zahariche es cuadrada y muy pocos afortunados han tenido alguna vez la posiblidad de contemplar un tentadero de hembras: «Nosotros paramos las vacas de salida y tentamos seis cada jornada. Antes se llegaba a una cifra de veinte, pero eran labores duras que acababan por hacerse tediosas». El ganadero sevillano también confesó que corrían a los toros: «Lo hacía mi padre hace más de treinta años, pero no para que tuvieran más fuerza en el ruedo, sino por cuestiones de manejo. La realidad es que nuestros toros de ahora tienen poco que ver con aquellos de hace cien años».
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