Fárdelej, de las cuevas a la pista de fiesta

Con la mañana soleada, muchos se dejaron llevar ayer al pasado arnedano, desde sus raíces celtíberas a las características cuevas que llenan de preguntas por su uso. La visita a la de los Cien Pilares mostró a propios y extraños la maravilla rupestre que guardan las peñas de Arnedo. Sin esperar a la noche, el tramo musical arrancó con la hora del aperitivo, con la actuación a la hora del vermú en el soleado Espacio Fuentelavero con Conn Bux.

Momento para el descanso, siesta y preparar los cuerpos para la segunda jornada musical, un crecimiento respecto a la primera edición que muestra las ganas de hacerse grande del Fárdelej. Aunque el público no lo ha apoyado como podría esperarse por las ganas de su organización, promoción por todo el país y los atractivos de sus diversas propuestas, el Fárdelej tiene esencia de festival grande. Con más público ayer que el medio millar que bailó en la noche del viernes, el festival volvió a exhibir en el Arnedo Arena una producción cuidada al detalle, de festival grande, de primera calidad. El sonido exhibido por el Fárdelej ha sido perfecto, poderoso a la vez que nítido; el juego de luces y el escenario junto a las dos pantallas permiten la visibilidad perfecta del público -a los mandos de las cámaras y la realización los jóvenes arnedanos siempre audiovisualmente inquietos de JVP Producciones-. En su comodidad piensa la organización, además de en la de los grupos, que ayer volvieron a recibir un trato cercano y exquisito en la coqueta zona de 'backstage'.

Con tarde veraniega, esquivando la lluvia que sí visitó otras localidades riojabajeñasa, las puertas abrían para encontrarse con los pamploneses-donostiarras Joe la Reina y su propuesta diferente a otros conceptos. Y convencieron al público, que felicitó su actuación a los músicos tras bajar del escenario.

En el atardecer, Elefantes se subían al escenario para demostrar que su regreso no es un 'revival melancólico', sino que vuelven con el hambre suficiente para haber publicado recientemente un nuevo disco, 'El rinoceronte'. Sus temas convivieron con otros clásicos de la banda como 'Que yo no lo sabía' o 'Azul', que atraparon a quienes saborearon su primera etapa, antes de su despedida del 2006. Al frente, acaparando todas las miradas con una estética entre Thom Yorke de Radiohead y Manolo García en sus guiños más rumberos, Shuarma fue el eje de la actuación, atrapando todas las miradas y demostrando con su puesta en escena las tablas que dan los años. Como otros artistas, agradeció con 'Equilibrios' el atrevimiento de la organización por lanzarse a montar un festival en estos tiempos.

Su voz y música descendientes hacia la épica con letras de reminiscencia adolescente condujeron a la noche, ambiente perfecta para que arrancara el desparrame. Y de ello se encargaron Varry Brava, combo que se ha ganado festival tras festival y sala tras sala el gusto de un público que con ellos sabe que tiene la fiesta asegurada. Letras hedonistas, sin pensar en el mañana, con una música entregada al baile, se presentaron con una estética 'vintage' por primera vez ante el público riojano «después de hacer muchos kilómetros para pasarlo bien». Con ritmos que se aproximaban al disco desde el funky y la esencia pop de reserva ochentera, pusieron a cantar y bailar al público.

Al cierre de esta edición, los seguidores del Fárdelej esperaban con ganas corear los temas de Izal, ya convertidos en uno de los grupos referentes de la escena actual. Y para el colofón, Elyella Dj's, con la arnedana María Eguizábal, anunciaban una rubrica incendiaria.