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Nicolás Ortigosa posa en la Sala Amós Salvador, donde expone 'Divina Comedia'.
Del infierno de Dante al cielo del dibujo

Del infierno de Dante al cielo del dibujo

El artista riojano, que ha dedicado más de cinco años a este proyecto, afirma que la obra de Alighieri «es muy visual», pero que él no la ilustra sino que la interpreta

J. SAINZ

Miércoles, 11 de junio 2014, 23:00

Una criatura monstruosa se cierne sobre dos pequeñas figuras que, a pesar de la amenaza, no muestran temor. Son Dante y Virgilio recorriendo el Infierno; y la imagen, un dibujo a lápiz de trazo inquietante, una de las casi noventa láminas, entre dibujos y grabados, que componen la serie 'Divina Comedia' inspirada en el célebre poema medieval. El artista riojano Nicolás Ortigosa, que ha dedicado más de cinco años a este interesante proyecto plástico, lo expone ahora en la Sala Amós Salvador. La obra, fruto de una madurez incuestionable y atisbo de una prometedora carrera, surge de las tinieblas, como el viaje Alighieri, con el deseo de alcanzar el esplendor del cielo.

LA EXPOSICIÓN

  • 'Divina Comedia',

  • de Nicolás Ortigosa (Logroño, 1983)

  • Organiza

  • Cultural Rioja

  • Sala Amós Salvador,

  • hasta el 16 de agosto

La muestra, organizada por Cultural Rioja, comisariada por Ignacio Gil-Díez Usandizaga y presentada ayer por José Luis Pérez Pastor y Pilar Montes, director y concejala de Cultura respectivamente, supone un importante paso en la trayectoria de su todavía joven autor. Nicolás Ortigosa (Logroño, 1983), formado en la antigua Escuela de Arte de la capital riojana y en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona, ya expuso en la Amós Salvador en el 2010 en una colectiva ('Generando vista previa') que reunía a cuatro exponentes de una nueva generación de creadores locales (junto a Sarramián, Lajarín y Janire Nájera). Al año siguiente lo hacía individualmente en la Fundación Arranz Bravo de Hospitalet.

«Un gran dibujo -decía entonces Ortigosa- nos hace entender la importancia del caos para llegar a comprender con nitidez lo más íntimo de nuestro espíritu». En plena coherencia con ese pensamiento y esa actitud del dibujo elevado a 'categoría vital', la presente exposición representa la materialización de una poderosa inquietud creadora que no es ajena a la incuestionable influencia de Goya (sus famosos grabados) y Picasso ('Suite Vollard'). El resultado no es menos impactante.

«Lo verdaderamente admirable -escribe en un meritorio catálogo el Premio Cervantes José Jiménez Lozano- es que un artista joven de estos comienzos del siglo XXI haya tenido la decisión de salir al encuentro del viejo y gran poema de la 'Divina Comedia' -para lo que se necesitan unos ciertos arrestos artísticos- y de haberse dejado contagiar de su imponente fuerza mirando con sus propios ojos, y mostrando sus saberes y sentires, como quien dice 'a lápiz seco'».

Otros antes que Nicolás se inspiraron en el evocador poema de Dante, como recuerda Gil-Díez, «para estimular su actividad artística»: Botticelli, William Blake, Doré, Dalí y Barceló, entre otros. En el caso de Ortigosa, apunta su comisario, «su obra es densa, vital y muy original; (...) predomina su sentido atmosférico y particular; luce».

«La contemplación de esta 'Divina Comedia' ortigosana ofrece grandes sorpresas -escribe a su vez el crítico de arte-. Las imágenes, en su mayoría dibujos a lápiz y tinta, pero también grabados -aguafuerte y puntaseca-, se agrupan alrededor de los ámbitos ultraterrenos del poema. El Infierno es el que presenta el mayor número de ellas y donde la densidad gráfica es mayor. El Purgatorio y el Cielo ofrecen un 'aligeramiento' formal progresivo de uno a otro hasta casi su disolución celestial -la luz que lo invade todo- en una especie de danza lírica de trazos y formas».

Pero quizás la característica más singular de la colección es que no pretende ilustrar estrictamente la obra de Dante, que, en opinión de Ortigosa, es de por sí muy evocadora, sino interpretarla a través de imágenes subjetivas y sugestivas que surgieron en el artista después de haber realizado su propio viaje. «Empecé a leerla y empecé a dibujar. Es una obra muy visual y muy diversa», comenta.

Su propio viaje interior

Como lo explica Carlos García Gual, otro reconocido intelectual: «El dibujante, obsesionado durante años con la narración dantesca, no ha querido ceñirse a pasajes determinados del texto, sino que nos habla de su propio viaje interior, onírico, en el que ha visto a Dante y Virgilio moverse admirados y arriesgados ante las tinieblas y los monstruos».

El conjunto de la obra realiza un itinerario visual que organiza de modo similar a como lo hizo Dante: iniciándose en el Infierno para, tras pasar por el Purgatorio, llegar hasta el Cielo, primero junto al poeta clásico Virgilio y, finalmente, junto a su amada Beatriz. Los espacios procuran acentuar la angustia infernal, descarnada y sobrecogedora, la incertidumbre y pesar del Purgatorio, y la inefable y luminosa pérdida de materialidad celestial. La sensación de tránsito se incorpora con fuerza y energía expresiva.

«Nicolás propone -así lo interpreta por último Noé Venegas- una enorme visión que solo se puede entender con ojos claros, espíritu limpio y con una mente serena y dispuesta a cruzar esa otra que representa él mismo como artista y a dejarse llevar por su mano, por las líneas que traza, por las sombras que él ilumina a través de ese recorrido tan personal de la Comedia. Así como Dante deposita su confianza en el gran poeta Virgilio, nosotros debemos confiar en la pasión del artista por su oficio y dejarnos agarrar suavemente por sus garras, pues ellas llevan la dirección desconocida que nadie puede explicar, pero que sin duda conducen hacia aquel lugar que Dante eligió como meta en su obra: el ».

El cielo dibujado por asalto.

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