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JAIME JESÚS GUERRERO
Sábado, 24 de mayo 2014, 07:22
El holocausto tenía un objetivo firme: Eliminar cualquier vestigio que se saliera de los patrones de la raza aria con la que soñaba el nazismo. Los cánones se impusieron primero en las fuerzas alemanas, las SS, y bajo la orden de su máximo mandatario, Heinrich ... Himmler. Este militar se convirtió en la mano derecha de Hitler hasta el punto de lograr el cargo de Ministro del Interior. Sin embargo, al ocaso de la Segunda Guerra Mundial, traicionó a sus principios y trató de obtener una paz anticipada con algunos países, lo que le costó su confianza con el Fhurer y la huida del país. Al fin de la misma, los cuerpos de inteligencia británicos dieron con el, y en mitad de una inspección que le realizaron un 23 de mayo de 1945 mordió una pastilla de cianuro para terminar con una vida dedicó a 'limpiar' la genética del mundo.
Más allá de los dominios nazis, este hombre que se crió en las creencias de la superioridad aria sobre el resto de seres humanos, trató de indagar los posibles vestigios que demostrasen las teorías de la Ahnenerbe fuera de las fronteras germanas. Esta institución creada en el 1935, antes del inicio del conflicto armado, se encontraba ajo el amparo de las SS y estaba presidida por el mismo, centrando su objeto de estudio en datos que certificasen la existencia del antiguo continente sumergido que sirvió como cuna de la raza aria. Antes del estallido de la confrontación, esta organización, junto a las SS, comenzaron a indagar en estas vías de estudio justificando todas sus medidas desde unas premisas científicas puramente banales y horrorosas.
Las Islas Canarias
Los paramilitares del ejército focalizaban sus objetivos en inventar nuevas armas y métodos de cura más eficaces realizando las prácticas sobre presos de todas las clases y rangos: Homosexuales, judíos, personas cuyo color de piel no se correspondía con el establecido, comunistas, gitanos Técnicas que consistían en balas envenenadas o en materiales sanadores novedosos para laceraciones y heridas graves de guerra que luego terminarían en la muerte agónica de aquellas 'cobayas humanas'. Mientras que por otra parte y más en secreto, a los germanos puros defectuosos (mutilados, síndrome de down, personas con malformaciones) eran exterminados con la idea de perfeccionar el linaje puro de sus raíces, las cuales se dividieron en varios puntos de la geografía mundial. La 'Ahnenerbe' buscó indicios desde el Tíbet, declarado libre en la época y posterior opositor al principio de la guerra, por lo que tuvieron que abandonar el lugar, hasta las Canarias.
Las islas españolas eran una fuente que proporcionaba el tipo de ocultismo que tanto amaba esta organización. Viejas leyendas contaban de la existencia de restos humanos similares a las momias con el cabello rubio, lo que alimentaban las imaginaciones del grupo de expertos alemanes que se trasladaron allí en su búsqueda. También suponían que estas eran restos superficiales de la antigua patria unificada y prehistórica de la que provenían. Para ayudar en estas excavaciones, Himmler pidió consejo y colaboración al antropólogo español y franquista Santa Olalla, que conoció en su visita a Madrid en 1940 en los salones del Hotel Ritz. Tuvieron una fructífera relación de amistad que desembocó en viajes a Alemania para mostrarle sus progresos científicos y en la posterior ayuda que realizó luego en la expedición española, llegando a redactar informes que apoyaban las sentencias germanas sobre la autenticidad aria de los verdaderos nativos canarios, con la pobre técnica de la craneometría en la que tanto indagaron, y que, como el resto de investigaciones que realizaron en el resto del globo, quedarían ridiculizadas por la ciencia moderna.
Terror, ocultismo y una especie de 'nacionalismo genético' vistieron los días de vida de este hombre que contó rápido con el apoyo de sus familiares y de las fuerzas políticas nazis por las magnitudes descomunales e inhumanas de sus ideales y proyectos, a causa de su enfermiza obsesión con la raza aria.
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