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Olaya Suárez
Gijón
Jueves, 14 de noviembre 2024, 09:43
Pocas veces en España se han registrado violaciones como la ocurrida hace dos semanas en Somió. Dada la gravedad del asunto y la prioridad por identificar y detener al agresor sexual, la investigación ha sido derivada a la Comisaría General de la Policía Judicial, en ... Madrid, donde los agentes, con un alto grado de especialización, trabajan contra reloj para evitar que el individuo vuelta a atacar.
Cuentan con pocas evidencias, ya que el violador se empleó para evitar dejar rastros. Se llevó incluso la cinta americana con la que le tapó los ojos a la menor, de 17 años, a la que abordó en el camino de los Lirios poco después de que anocheciese. Actuó completamente tapado. Utilizó guantes y colocó unas bridas en las manos de la víctima, a la que llegó a agredir para mermar sus fuerzas y evitar así que se zafase.
Sin dejar de lado ninguna de las hipótesis, la brutalidad y precisión con la que actuó ha llevado a los investigadores a sospechar que no era la primera vez que cometía un acto de tales características. Es por ese motivo por el que lo buscan por todo el país y tratan de localizar casos semejantes perpetrados en otras regiones fuera de Asturias y en demarcaciones de otros cuerpos policiales como la Guardia Civil.
Tal y como avanzó El Comercio, la violación tuvo lugar el miércoles 30 de octubre. La víctima transitaba por el camino de los Lirios, en Somió, y fue abordada sorpresivamente por el atacante, que la llevó a un solar apartado y una vez allí consumó la agresión. El violador conocía la zona y sabía el lugar al que llevarla para evitar ser visto desde el camino y desde el Club de Tenis, muy próximo.
Desde el primer momento, la investigación policial fue prioritaria para la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Comisaría de Gijón. Pocas veces en Asturias se había registrado un caso de tal envergadura. Fue por ese motivo, por el que la investigación ha pasado a los servicios centrales de Madrid, con apoyo de los agentes de la comisaría gijonesa.
Los médicos forenses recogieron muestras biológicas del cuerpo y la ropa de la menor para poder cotejar el ADN con los de la base de datos de delincuentes sexuales. Sin embargo, la precisión con la que habría actuado el violador y su esmero por evitar dejar restos ha hecho complicado localizar su ADN.
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