Javier Martínez
Valencia
Lunes, 17 de junio 2024, 09:23
Cuatro meses después del asesinato del desertor ruso Maksym Kuzminov en La Vila Joiosa, la jueza que dirige la investigación mantiene el secreto de sumario y la Guardia Civil de Alicante continúa las investigaciones para identificar a los autores del crimen. A pesar del silencio ... impuesto, algunas informaciones trascienden a cuentagotas y arrojan luz sobre las hipótesis que barajan los agentes que intentan resolver el caso.
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De lo que no tienen ninguna duda es de la autoría intelectual del asesinato, un encargo del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) de Rusia (sucesor de la KGB), cuyo director afirmó que la víctima era un traidor y se había convertido, según palabras textuales difundidas por la agencia rusa RIA Nóvosti, «en un cadáver moral» en el momento que planeó «su sucio y terrible» crimen: desertar y entregar un helicóptero y documentos secretos a Ucrania.
Además, los asesinos dejaron su sello en la escena del crimen. Los investigadores de la Guardia Civil recogieron seis casquillos Makarov, munición soviética utilizada para pistolas y subfusiles, en el garaje donde le tendieron la emboscada. También hallaron tres impactos de bala en una pared y una puerta metálica.
Cinco horas antes, sobre las once de la mañana, el conductor de un Hyundai blanco con los cristales traseros tintados aparcó el coche cerca del ascensor y de la rampa de entrada y salida. Estaba ocupado por dos individuos y ambos esperaron hasta que Kuzminov entrara en el garaje, estacionara su vehículo y comenzara a andar hacia su casa.
Los criminales se bajaron entonces del coche y dispararon a la víctima, que logró caminar unos 20 metros antes de desplomarse en la rampa. Nadie escuchó las detonaciones porque utilizaron silenciadores, al parecer, para amortiguar el ruido. En la huida, las ruedas del Hyundai pasaron por encima del cuerpo de Kuzminov, y poco después los asesinos quemaron el coche cerca de un túnel en El Campello, a unos 16 kilómetros del lugar del crimen, y subieron a otro vehículo, momento en el que los investigadores les pierden el rastro.
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La Guardia Civil sospecha que un tercer individuo participó en los hechos. Este hombre esperó en el segundo coche la llegada del Hyundai y también habría facilitado información a los otros dos para preparar la emboscada en La Vila Joiosa. Los autores del crimen habrían seguido un patrón similar al de los espías que vigilaron día y noche a Alexéi Navalny, el principal opositor de Vladimir Puti, hasta su envenenamiento. Tras averiguar dónde residía y los bares que frecuentaba, sometieron a la víctima a una estrecha vigilancia para elegir el lugar y el momento más idóneo para cometer el asesinato.
La tarde del 13 de febrero, las cámaras del sistema de videovigilancia grabaron a los dos asesinos en el momento que disparan a la víctima y también cuando entran y salen del garaje. Los investigadores visionaron las imágenes, pero no tienen la suficiente resolución como para poder identificar a los pistoleros.
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El estilo de vida que llevaba Kuzminov, con poca discreción en una localidad donde residen cerca de un millar de rusos, y las llamadas que realizó a su país para hablar con su novia, habrían ayudado a los espías del Kremlin a descubrir su paradero poco después de que llegara a La Vila Joiosa.
De poco le sirvió el pasaporte falso ucraniano a nombre de Ihor Shevchenko, un documento que le facilitó la agencia de inteligencia de Zelenski. Según la ministra de Defensa, Margarita Robles, el Gobierno de España no tenía constancia de la presencia en la provincia de Alicante del desertor ruso. Robles recalcó que Kuzmínov «vino a España libremente» con su nueva identidad falsa tras cobrar medio millón de euros por su deserción, un dato que fue desvelado por la inteligencia militar ucraniana.
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En cuanto a la implicación del Gobierno ruso, los investigadores sospechan que los servicios secretos de este país encargaron el crimen a un grupo mafioso afincado en España, aunque será muy difícil probarlo. Tampoco descartan que dos o tres miembros de los servicios de seguridad y espionaje de Rusia hubieran viajado a La Vila Joiosa para perpetrar el asesinato.
La resolución del caso puede afectar a las relaciones de nuestro país con Rusia, que atraviesan su peor momento desde la invasión de Ucrania, y restaría también impunidad a los conocidos como escuadrones de la muerte, bandas paramilitares que cometen crímenes selectivos para combatir la disidencia política.
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Los opositores rusos que residen en la Comunitat Valenciana tienen miedo. Consideran que el asesinato del capitán Kuzmínov fue un aviso a navegantes (una advertencia o amenaza) para los disidentes más activos. «Aquí en España nos sentimos más seguros que en otros países, pero tenemos miedo y mantenemos un perfil bajo para no estar nunca en el centro de la diana», afirma Kirill A. «Nuestra oposición a Putin es discreta, no somos tan importantes para el Kremlin», añade el joven.
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