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Olaya Suárez
Gijón
Viernes, 4 de octubre 2024, 08:57
«Soy la cabeza, pero también tengo cuerpo. Que lo sepa la mujer que llamó a la Policía porque vaya miedo que debió de llevar la probe...». Borja Suárez jamás sospechó que cuando él estaba yendo para casa empapado, con el susto en el cuerpo ... y «desfondado» después de luchar para salvar su vida del caudaloso río, bomberos y policías estaban buscando su cabeza por el Piles. «No me enteré de nada hasta por la mañana. Cuando lo leí en EL COMERCIO, quedé asustado y llamé a la Policía para decir que la cabeza era yo y que sentía muchísimo el malentendido que se había formado...», dice.
La peripecia de este gijonés de 48 años, pintor industrial, empezó cuando estaba jugando con su perra, 'Mía', en el Parque Fluvial. «Siempre le tiro botellas de plástico al agua y baja a por ellas, pero el miércoles como el río bajaba con tanta agua, totalmente marrón y a gran velocidad, estábamos solo dando un paseo. El problema llegó cuando vio que el agua llevaba una botella y se tiró de pronto a por ella...», relata. Él no se lo pensó dos veces, echó a correr por la orilla, bajó al cauce e intentó detener a la perra a unos metros. «Tenía el agua por la cintura y como venía tan fuerte, me arrastró y ya no pude hacer nada...», relata.
Tomó una decisión acertada desde la templanza: «No luché contra la corriente, me dejé llevar, intentaba agarrarme a las ramas de los árboles, pero se rompían del peso y de la fuerza que llevaba el agua. Yo no sabía si estaba boca abajo, boca arriba. Por momentos no veía nada, daba vueltas todo el rato, intentaba sacar la cabeza cuando podía para poder respirar y debió de ser en una de estas cuando la mujer me vio y creyó que iba solo la cabeza río abajo, pero no, estaba entero...», comentaba ayer irónico pues, asegura, «me tomo la vida con humor y eso que hoy (por ayer) estoy machacado por la tensión del día anterior».
A la altura del Chas, «calculo que aproximadamente a un kilómetro de donde me llevó el agua», consiguió por fin agarrarse a un árbol y trepar hasta la orilla. «Salí extenuado y cuando me recompuse un poco empecé a caminar hasta donde había dejado la mochila con el móvil y una ropa; por allí no había nada de Policía, tampoco vi a ninguna mujer angustiada por una cabeza y no noté nada nada raro», explica.
Su preocupación entonces era «decir a la mi muyer que la perra había muerto ahogada», porque no sabía que 'Mía' había podido, como él, salir del agua. Se la encontró a mitad de camino, «guapa como una rosa y todavía quería volver a meterse al río, pensó que era un juego, ¡pues menudo juego!». «Fue una alegría porque primero temí por mi vida y cuando me salvé yo, encontré a la perra y la felicidad fue doble», apunta.
Con las mismas, pero mojado, recogió sus cosas y emprendió rumbo a casa. Con la perra, la mochila y la cabeza. «Llegué, le conté a la muyer lo que había pasado y todavía con el susto en el cuerpo cené y pa'la cama. Fue ya por la mañana cuando me dijo ella que habían estado los bomberos buscando una cabeza y que todo apuntaba a que era la mía...». Ató cabos: la hora, el lugar, la barba (la testigo aseguraba que la cabeza tenía barba)... «Quedé a cuadros... Llamé a la Municipal y luego fui a la Comisaría de la Policía Nacional a pedir disculpas», dice, agradecido a las fuerzas de seguridad y también a la mujer que llamó a los servicios de emergencia. «Hizo lo que debía y se lo agradezco mucho, espero que no se hayan metido mucho con ella por decir que vio una cabeza».
La alarma entró en los servicios de emergencia sobre las 8 de la tarde del miércoles. El amplio operativo de búsqueda se puso en marcha al dar credibilidad al testimonio de la ciudadana, que aportó detalles, dio sus datos personales y estaba «muy asustada». Realmente, ella solo vio la cabeza. El resto del cuerpo no era visible por lo turbio que bajaba el agua, con lodo y sedimentos, completamente marrón.
Se activaron los bomberos, la Policía Local y la Nacional. Se peinó el cauce del río desde Viesques hasta la rotonda de La Guía y ni rastro. Los efectivos inspeccionaron la zona con la ayuda de potentes linternas. Pero nada, no localizaron ningún cuerpo desmembrado. Hubo que esperar unas horas para desentrañar el entuerto. «Ahora tengo yo intriga por saber si una cabeza realmente flota», se pregunta Borja Suárez, después de haber protagonizado uno de los sucesos más rocambolescos de la historia reciente de Gijón.
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