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Vinoteca Larría

Un escaparate que habla de la diversidad de Rioja y que aboga por el asesoramiento directo

Vinoteca Larría, la tienda abrió en 2012 y cuenta con más de 350 referencias

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Redacción LR

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Internet y los centros comerciales son la mayor competencia para este negocio que apostó desde el inicio por bodegas familiares y pequeños viticultores

Justo hace doce años, en octubre de 2012, abría sus puertas Vinoteca Larría, en Pérez Galdós 52. «No era, quizá, el mejor momento para abrir este tipo de negocio, cuando en ese momento estaban cerrando otros. Pero sentí que era el momento y si no lo hacía entonces, ya me daría más pereza acometer el proyecto», reconoce su propietario, Antonio León. Quería acercar el mundo del vino a la gente y tenía experiencia, gracias a la bodega familiar que regentaron durante bastantes años y a su trabajo para diferentes grupos. «Muchos van a bodegas a comprar vinos o tienen relación con las cooperativas de su pueblo, pero hay gente de fuera y otras personas que quieren llevarse vinos diversos, no todos de una misma bodega», señala.

De ahí el sentido de vinotecas como la suya, donde asesoran y aconsejan en la compra, aunque admite que en cuanto al vino y a los gustos, todo es muy subjetivo. Vinoteca Larría cuenta con más de 350 referencias en tienda. El 90% de la DOCa Rioja; no obstante, siempre mantiene un porcentaje para otras denominaciones y para vinos internacionales. «Intentamos abarcar un abanico muy amplio». Cuentan, igualmente, con vinos de pequeños viticultores y proyectos de bodegas familiares, por los que ha apostado desde el inicio. De cara a Navidad, aumenta a 400 las referencias disponibles.

El propietario Antonio León posa en la Vinoteca Larría, Pérez Galdón 54. S.T.
El propietario Antonio León posa en la Vinoteca Larría, Pérez Galdón 54. S.T.

La cercanía con el cliente se ha ido forjando a lo largo de los años. Hay clientes que llevan desde que abrió la vinoteca, también de fuera. Porque su venta no es solo nacional, sino que exporta a otros países. Reconoce, igualmente, que el público que entra en su tienda es bastante experto. «Tenemos la suerte de trabajar con una amplia horquilla de edades; desde el público muy joven que, por ejemplo, cursa estudios de Enología en la universidad o viticultores y bodegas que quieren hacer una comparativa con sus vinos, hasta gente mayor con mucha experiencia». De ahí esa oferta tan diversa. «Nuestro rango tanto de precios como de calidad es muy amplio».

Proximidad con el cliente

En Vinoteca Larría atesoran añadas actualizadas, fruto de los contactos directos con distribuidores o con bodegas «para intentar dar el mejor producto y servicio posible a nuestros clientes». Y eso pasa por el emplazamiento, alejado del casco histórico, y en una zona con aparcamientos rotacionales y un parking subterráneo justo enfrente para facilitar la compra. No obstante, es consciente de que son necesarias más acciones para favorecer el comercio de proximidad, «tanto apostar por calles atractivas como por aparcamientos más económicos», porque otro de sus principales competidores son los centros comerciales, «donde se puede aparcar todo el día gratis».

León aboga por el atractivo de poder pasear por la ciudad «y acercarte a los comercios; da pena ver calles oscuras, con tantos negocios cerrados».

Fachada de la Vinoteca Larría en Pérez Galdós 54. S.T.
Fachada de la Vinoteca Larría en Pérez Galdós 54. S.T.

Antonio León defiende el comercio de proximidad y máxime cuando el gigante Internet se torna en competencia muy directa. «Nosotros en su momento pensamos en abrir una tienda online, pero al final descarté la idea, no por romanticismo, sino porque nos apetece hablar a la gente directamente, asesorarla, guardar bien los vinos y que si existe cualquier pega o problema, que sepan que se le va a cambiar la botella». En este sentido reitera que «aquí sabemos dónde guardamos los vinos, cómo los mantenemos; con el tema de la alimentación, no me da mucha garantía Internet. No me fío».

El cliente puede preparar sus propios estuches. La tendencia, como sucede en el resto del mundo, es un mayor aumento en el consumo de blancos y rosados. «Son menos tánicos, más fáciles de beber y hacen más sencillo entrar en este mundo del vino». Y, de ahí, suelen pasar a blancos más complejos, con más madera, y a tintos más potentes.

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