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Perfumería Muro

Una atención muy personal y con responsabilidad para conectar con una clientela íntegra

En Perfumería Muro apuestan por marcas honestas y con un soporte ético para nutrir sus estanterías y seguir con un negocio que comenzó en 1949

LA RIOJA

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Logroño alberga pequeñas joyas en forma de comercios tradicionales que se encaminan hacia el siglo de historia. Establecimientos con solera que resisten los envites del tiempo y que han sabido adaptarse y evolucionar para seguir siendo puntos de referencia a la hora de comprar. Trato cercano y experiencia se aúnan para ofrecer un servicio imposible de encontrar en otros lugares. Son negocios, en muchos casos, que pasan de generación en generación; otros tienen la suerte de encontrar a personas decididas a continuar el legado de quienes en su momento apostaron por abrir un negocio.

Es el caso de María Félix Rodríguez Rupérez, que en 1981 se hizo con las riendas de Perfumería Muro, en la calle Marqués de Vallejo, 3. Su propietario, Miguel Muro, se jubilaba y ella supo aprovechar la oportunidad que se le brindaba.

Miguel Muro había abierto el local en el año 1949, cuando toda la perfumería en Europa se estaba remodelando, recuerda María Félix Rodríguez. «Él tenía una farmacia justo enfrente de la tienda; en ese momento, no había perfumerías propiamente dichas. El hábito hacia la cosmética era muy reducido en España. Pero él diseño este proyecto, el de Perfumería Muro, que comenzó también como droguería». Un establecimiento que, además, contaba con servicio a domicilio.

Fue la semilla que después creció hasta lo que es hoy Perfumería Muro. «Entonces quizá solo había cuatro perfumerías en Logroño, no había grandes comercios dedicados a este sector. Todo el trato que se dispensaba era muy amable, muy personal. Llegaban clientes de poblaciones próximas», rememora. Entre esos establecimientos existía, igualmente, una relación muy estrecha, nada competitiva.

La evolución de este tipo de negocios, además de la aparición de los grandes supermercados, llevó a María Félix Rodríguez a continuar, pero sin la parte de droguería. Coincidió esa época con «el desbarajuste que hoy se sigue viendo en perfumería, los grandes descuentos, las marcas de compañías multinacionales que querían hacer cifras y ‘quemar’ productos que habíamos encumbrado las pequeñas perfumerías», relata.

Fue una etapa muy dura, «prácticamente de ruina», lamenta la actual propietaria. De ahí que se replantease el negocio. Algunas marcas que vendía empezaron a desaparecer, así que tuvo que sustituirlas por otras. «Fue un poco lo que definió la perfumería del futuro, la que nadie conocía, porque eran marcas a las que había que ir intuitivamente. Había que hablarles a los clientes de ellas, porque no salían en publicidad y no las conocían».

Ella veía claro que la perfumería tenía que recuperar «sus vínculos con lo que el comercio es: un mundo de relación humana, no solo comprar. Y es algo que intentamos mantener día a día». Así nació su forma de entender y respetar el comercio. Es por ello que pone el foco en «encontrar marcas honestas; ese es el secreto. Que tengan un soporte ético. Es decir, que estén haciendo una marca que responde a lo que ellos están anunciando».

Para María Félix Rodríguez es importante conectar con una clientela a la que define la integridad. «No solo es comprar un producto que me lo recomienden en redes, sino que me fíe de la persona que me lo está recomendando». Por ello, cree que «la fidelidad no se hace en un día, sino a través del tiempo». Habla de atención personalizada, pero «sobre todo con responsabilidad». Porque ella misma exigiría más cosas a las marcas; «una serie de parámetros en los que el cliente pudiera ver qué es lo que compra». Y esa exigencia se observa, igualmente, en los artículos de cosmética; uno de sus pilares.

Formación y experiencia son fundamentales y máxime ante la situación crítica que atraviesa el sector. «Los comercios no cierran, sino que nos cierran». En este tema, desde Perfumería Muro reconocen que «estamos echando mucho de menos a la gente de los pueblos, que se han quedado un poco fuera».