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«Vestidos de novia hay muchos; no se trata de vender solo», sostienen en Novias Pilar Gil, que apuestan por looks muy personalizados
En Novias Pilar Gil la principal premisa es escuchar a la novia. Gracias a esa primera entrevista con ella se realiza su look personalizado, porque «vestidos de novia hay muchos y no se trata de vender uno, sino vestirla teniendo en cuenta el tipo de ceremonia, sus gustos… Nos adaptamos a cada persona», subraya.
Pilar Gil se licenció en Empresariales, pero pronto empezó a trabajar en una pequeña tienda de novias. Era el año 1991. Fue adquiriendo experiencia y conociendo el sector. En 2007 decidió, junto a otras personas de su equipo, abrir una tienda propia –primero en María Teresa Gil de Gárate, para trasladarse en diciembre de 2020 a la calle Múgica, 2–. «Te vas profesionalizando cada vez más, porque así lo exige la gente», resalta.
Con una alta formación y experiencia en el sector nupcial, reconoce que la novia «necesita una especialización exquisita». Por ello, Novias Pilar Gil trabaja con «los mejores vestidos de las mejores firmas y, con ese patrón, nosotros hacemos la propia personalización a cada novia». Y ahí reside el punto fuerte de su marca y lo que la diferencia con respecto a otras firmas del sector.
A lo largo de los años han evolucionado las ceremonias; «no es lo mismo celebrarlas en una iglesia, en el juzgado, en un mirador o en una bodega; ni tampoco si es más formal o informal». Y para saber qué es lo que quieren las novias en ese día especial, «hay que tener mucho contacto con ellas». En su primera entrevista ya suelen tener bien claro cómo va a ser su boda. Buscan «experiencias y dentro de ellas también está la elección del vestido y, por supuesto, disfrutar de ese momento de compra». Y, en todo caso, que cuando salgan del establecimiento, «lo hagan con esa sensación de verse bien y cómoda con el vestido. Puede que no sea como en un principio pensaba, pero es ‘el vestido’».
Tras la pandemia, han constatado una corriente en la que la gente quiere celebrar. «Quiere vivir y celebrar cosas y nosotros tenemos que unirnos a ese cambio. Y quienes se casan, quieren su boda y vivir esa experiencia, da igual el lugar. Se ha abierto el abanico y de ahí que haya vestidos de todo tipo».
En Novias Pilar Gil cuentan con taller propio y con tres modistas, lo que les permite realizar diseños muy adaptados. «A los vestidos prácticamente se les da tratamiento de alta costura, como en un atelier». Partiendo de un patrón ya conocido, se crea el look personalizado. Defienden, igualmente, el trabajo artesanal en cada una de sus creaciones. Hay complementos, como los tocados, que están hechos a mano «por una gran profesional» e, incluso, «nos vienen con algún recuerdo y quieren que les bordemos algo; de ahí la importancia de la entrevista personal». Por ello, inciden en que quieren que se valore el trabajo artesano «y eso tiene un valor».
Competencia sana
Su profesionalidad y su dilatada experiencia en el sector nupcial son su mejor carta de presentación. En Novias Pila Gil reciben clientas no solo de La Rioja, sino también de comunidades vecinas que encuentran en su establecimiento lo que no hallan en sus ciudades. Y, por ello, creen que «que haya competencia sana es bueno, porque si aquí (en Logroño) no hubiera, se irían a otros lugares. Esto sirve para que nos espabilemos un poco y para ser un foco de atracción y vengan de fuera».
Por este motivo, para potenciar su negocio no solo hacen uso de la página web y de las redes sociales, sino que llevan a cabo presentaciones en tienda de colección de vestidos de novia, que suelen contar con el diseñador, pero también de tocados artesanales por diseñadores importantes. «Queremos que en Logroño esté representada la alta costura nupcial y que venga gente potente para que la ciudad siga siendo atractiva y no tengamos que leer noticias de la pérdida de comercios, porque no olvidemos que dan seguridad en las calles y las alegra con su iluminación». Y ese atractivo pasa también por variar los escaparates.
Lamentan que cada vez haya menos profesionales en el sector, tanto en la atención como en todo lo relacionado con la costura. «Parece que la sociedad va por otros caminos y hay que dar importancia a esa labor artesana. Y el coser es algo vocacional; es un trabajo muy minucioso y esclavo». Aunque se muestran esperanzados por que en institutos, como D’Elhuyar, se estén impartiendo ciclos de Confección y Moda. «Es importante que la formación no se pierda, ni tampoco el gusto por la moda».