La Venta de Piqueras de Lumbreras ha acogido, como cada domingo antes de la festividad de San Juan, uno de los pocos eventos anuales en los que se reúne públicamente la Hermandad de las Trece Villas del Camero Nuevo, la romería. Pese a ser un ... acto tradicional en el que cada año se repite la misa en honor a la virgen y la caldereta, la jornada de este domingo contó con algunas novedades, como ser la primera con Simón Amuchastegui, alcalde de Pinillos, al frente de la Hermandad, tras haber accedido al cargo el pasado mes de octubre.
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«Esta es una tradición de hace muchísimos años y nos sirve para recordar a los ancestros. Y aunque el día ha salido un poco pachucho, seguimos viniendo», explicó Simón Amuchastegui antes de iniciar la misa. «La gente joven ya no se acerca y la fiesta cada vez va a menos. Hay que darle la vuelta de alguna manera, al menos intentarlo, modernizarla porque, si no, no viene gente», opinó Simón Amuchastegui.
Y eso que la ermita y su virgen reciben su nombre, cuyo origen se remonta al siglo XV, por colocarse entonces un candil, a modo de faro, que guiaba hasta allí a los pastores para tener resguardo. Aunque cientos de personas acudieron a la Venta de Piqueras, la reducción de la participación se comprobó en que solo hubo dos puestos de venta, uno de sombreros, que en otras ediciones más calurosas fue un éxito, y otro de cerezas de Nalda de Viveros Jesús Íñiguez.
«Es algo bonito e importante», subrayó Amuchastegui, quien, en cuanto a su estreno en el cargo, reconoció que supone cierto sacrificio. «No somos políticos de vocación, nuestros pueblos son chiquititos, pero es un orgullo», admitió Amuchastegui. La Hermandad de las Trece Villas es una especie de mancomunidad rural que reúne a la mayoría de pueblos del Camero Nuevo y gestiona el dinero que se obtiene del aprovechamiento de la madera y de las batidas de caza de los montes propiedad de la entidad.
Fernando García, párroco de Viguera y Nalda, fue quien ofició la misa. «Esta fiesta es evocadora e inspiradora en cuanto, al día de mañana, poder atender el apostolado de toda esta zona», señaló el sacerdote, encargado de la reorganización católica del Alto Iregua. «La tradición tiene más de 500 años, con mucha connotación social, puesto que acude representación de todos los Ayuntamientos del Camero Nuevo», destacó Fernando García. Y también parte del Camero Viejo.
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