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Nunca llueve a gusto de todos, dice el refrán castellano. Así ocurrió ayer en la localidad riojalteña de Villar de Torre, donde por vigésimo segundo año se celebraba su festival de la patata brava, una propuesta culinaria que ha venido funcionando muy bien desde el ... principio y que congrega en la localidad cada año a miles de personas.
Villar de Torre, antaño una de las poblaciones de Rioja Alta en las que predominaba el cultivo de este tubérculo y ahora más enfocada hacia el viñedo, estuvo a punto ayer de ver frustrado su festival. Un fuerte chaparrón cuando se llevaban unos tres cuartos de hora del reparto de raciones de patatas fritas aliñadas con la salsa mayonesa y el tomate ligeramente picante, estuvo a punto de hacer parar todo.
Sin embargo, ni los alrededor de 50 voluntarios de la asociación juvenil cultural 'San Juan Bautista', ni los cientos de personas que habían acudido hasta la localidad para dar cuenta de su ración de bravas, se dejaron vencer por el chaparrón. Los primeros pusieron a buen recaudo lo que ya se había preparado para repartir, con especial cuidado por las freidoras, conocido lo mal que casan el aceite y el agua, con mayor peligro si el primero está hirviendo, y los segundos sacaron sus paraguas y a esperar.
La lluvia cesó y todo volvió a la normalidad, así hasta dar cuenta de cerca de 2.000 raciones de bravas, con su pan y su vino, mientras que la charanga ezcarayense 'Los Pelaires' animaba la degustación en la plaza del pueblo, en un entorno en el que se encuentran la iglesia, el viejo frontón y el Ayuntamiento.
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