El viaducto de Ortigosa, de nuevo envuelto en andamios

A principios del siglo XX los hermanos ortigosanos Moreno Ulloa, emigrantes a Argentina, sufragaron con más de 200.000 pesetas de la época la faraónica construcción del viaducto en agradecimiento a la educación recibida en el pueblo. El proyecto fue del ingeniero Ángel Árbex y la empresa que lo ejecutó, en un año, Constructora Madrileña, en colaboración con el industrial local Jorge Mayoral, quien pidió como pago la madera del andamiaje.

Aquella infraestructura, en principio funcional, que ofrecía una solución de urbanismo y vialidad a un pueblo con desniveles muy pronunciados, se ha convertido en un elemento patrimonial y ya Bien de Interés Cultural. De hecho, actualmente es el mayor puente de hormigón que se mantiene en pie en España, con una longitud de 97 metros y un vuelo de arco de 60. Y que esté construido en hormigón, su valor y su condena, es casi casualidad porque entre las catorce propuestas que se presentaron al concurso de proyectos había hierro, mampostería y sillería como materias primas.

«El hormigón, en 1924, era un material nuevo, no tan estudiado como ahora, es poroso, está muy atacado por la humedad y hay que cuidarlo», explicó tiempo atrás el arquitecto vinculado a la aldea Peñaloscintos Ernesto Reiner. El deterioro del hormigón obligó a una restauración que hace nueve meses inició la empresa Orion con un presupuesto de 508.820,88 euros, sufragados al 90% por el Gobierno de La Rioja y al 10% por el Ayuntamiento.

«La imagen del viaducto completamente cubierto por los andamios es espectacular y te hace ver la magnitud de la obra», valora el alcalde de Ortigosa, Víctor Martínez. «La obra es impresionante, un hito que coincide con los 100 años de su construcción, un momento histórico para Ortigosa», opina María Malo, de la Plataforma Salvar el Puente.