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Tras formarse como ingeniero técnico agrícola, Alfonso Lacuesta (Cenicero, 1967) lleva desde 1999 investigando el medio ambiente y su sostenibilidad. «Los problemas de entonces no son los de ahora», asegura. Con el fin de concienciar a la población sobre sus hábitos alimenticios, está impartiendo ... charlas por toda La Rioja en las que colabora el Gobierno regional.
– ¿Dónde y cuándo imparte esos coloquios?
– Suelen ser en ayuntamientos, colegios e institutos. También tengo pendiente uno en la Universidad de La Rioja, otro en Cáritas e incluso en el prestigioso restaurante 'Venta Moncalvillo'. Respecto al cuándo, de momento, hay programadas charlas hasta el 5 de noviembre, toda la agenda puede consultarse en la web www.culturaalimentaria.org.
– El ciclo se titula 'El coste ambiental de lo que comemos', ¿qué significa esto?
– Significa que nuestros hábitos de consumo de comida pueden llegar a ser realmente perjudiciales para el medio ambiente. La cuestión es que sufrimos un problema de agroindustrialización del campo, para que el 30% de los alimentos producidos acaben en la basura, un sinsentido. Hay graves consecuencias medioambientales, sociales y éticas.
– Vayamos por partes, ¿qué incidencia tiene el sistema actual en el medio ambiente?
– Partiendo de la base de que la producción de alimentos está dominada por las grandes empresas, estas buscan el mayor beneficio con el menor coste. Por ello, deforestan suelos, contaminan las aguas o 'envenenan' los alimentos con químicos para conseguir variedades más vistosas para el ojo. Algo que vemos muy claramente en las manzanas que venden los supermercados.
– ¿Qué responsabilidad tiene el consumidor en esto?
– No toda, pero una parte crucial. Desde la aparición de la sociedad de consumo, hemos mercantilizado la comida. Antiguamente, un hogar gastaba el 30% de sus ingresos en alimentarse, y en 2024 esa cifra está en el 8%, cada vez menos. ¿Por qué? Porque ahora gastamos más en ocio, en tecnología, en ropa... Y para ello hemos recortado la porción del pastel más importante.
– Imagino que aquí habrá un efecto dominó...
– Por supuesto. La búsqueda de alimentos cada vez más baratos por parte de los consumidores, ha redundado en la caída de precios. Con ello, se produce la salida de los jornaleros del campo y el cisma creciente entre el mundo urbano y rural. Al final, el dinero está premiando sobre el bienestar general.
– ¿Esto ocurre en La Rioja?
– Como en todos sitios. Aquí, por ejemplo, el monocultivo de viña le está dando demasiado poder a las grandes bodegas, pues son quienes marcan los precios y pueden someter a los trabajadores. Por otra parte, a largo plazo, el cambio climático afectará a la vid, dándole menos acidez a los vinos. Asimismo, la nueva PAC ha dañado mucho a los agricultores, porque no fue consensuada.
– Para terminar, ¿qué podemos hacer los ciudadanos?
– Buscar productos menos industriales y más naturales. El coste parecerá mayor, pero con el tiempo no lo será. Pues por cada euro que gastemos ahora en comida industrial, requerirá 1,21 euros para corregir los problemas de salud y ambientales que genera.
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