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Otra vez dando la matraca por Semana Santa

Albelda de Iregua recupera la tradición de llamar a misa en Jueves y Viernes Santo con estos ruidosos artefactos de madera que conserva San Román

Diego Marín A.

Logroño

Viernes, 29 de marzo 2024

Las matracas volvieron a sonar en Jueves Santo en Albelda después de 60 años. Una veintena de personas dirigidas por Carlos Cabezón se animaron a volver a llamar así a misa en los días en los que no repican las campanas por la muerte de Jesús. La Asociación Cultural para la Historia de Albelda ha impulsado esta recuperación, a la que se han unido mayores y niños recorriendo el pueblo de arriba a abajo con este atronador sonido. «Supone un orgullo para un pueblo recuperar y conservar las tradiciones y contribuye a la autoestima de la gente», explicó Andrés Cámara, presidente de la asociación y quien recordó cómo antaño, cuando no eran frecuentes los relojes de pulsera, medio centenar de chavales de Albelda llamaban así a misa.

El ruido es ensordecedor pero, aún así, existe un compás que se respeta. Los gatos se asustan, los perros ladran, los pájaros vuelan. Las matracas de Albelda las ha construido Carlos Cabezón, que vuelve a dirigir al grupo de voluntarios este Viernes Santo a las 18.00 horas. «Las matracas ha sido una idea para recordar y renovar los tiempos de nuestros ancestros. Es una cosa muy bonita que a mí me encanta y la gente sale a los balcones», expuso Carlos Cabezón. Y así fue en Jueves Santo, al paso de las matracas la gente se asomó a balcones, ventanas y portales para sabe qué provocada aquel estruendo. Era la recuperada llamada a maitines.

Vera Martín y Milan Rodríguez son dos de los matraqueros más jóvenes, con tan solo 7 años. Los mira con nostalgia María del Carmen Bastida desde su lonja, pues a sus 80 años recuerda cómo de niña salía como ellos a tocar la matraca. «Yo he tocado mucho la matraca. Con diez años me hacía mucha ilusión», reconoce María del Carmen Bastida, quien también tocaba la carraca. Inés Gómez Antón, de 9 años, también se ha animado a recuperar las matracas. «Me gusta colaborar con mi pueblo. Mi abuela, mi padre y mucha gente de mi familia han tocado», dijo ilusionada Inés.

Antes de volver a dar la matraca, Carlos Cabezón quiso agradecer a todos los matraqueros su ayuda. No era la primera vez que se intentaba recuperar esta tradición, se estuvo a punto justo el año de la pandemia, pero, como tantas otras cosas, se perdió. Ahora han vuelto con fuerza. «Lo que cuesta es el inicio pero hay que salir. Este año somos estos, más de una docena, pero el que viene igual somos 200», deseó Cabezón.

San Román de Cameros

Por otra parte, en San Román de Cameros no es que se haya recuperado la tradición, es que nunca se perdió y, de hecho, cuentan con alguna matraca del siglo XVI. Incluso con tres tipos de matracas, además de carracas. Eso sí, ahora cuentan con más de una docena nuevas de madera hechas por Jesús María Baroja. «En el Camero Viejo se ha perdido la tradición, salvo en San Román, donde para acompañar a la procesión se tocan las matracas porque no hay tambores», explicaba el párroco Antonio Arnedo días atrás a este mismo periódico. Pero como en San Román no cuentan con banda de música, las matracas y carracas se emplean para acompañar a la procesión, que este Jueves Santo, por la lluvia, se tuvo que celebrar dentro de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción peo a ritmo de matracas.

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