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Es otoño y, al mismo tiempo que empiezan a caer las hojas, en Ojacastro florece el arte. Lo hace de la mano del festival 'Lovisual 2021' y de Adriana Díaz, titular del taller 'Cantería creativa', que impulsa y coordina un programa local que ramifica en ... iniciativas diversas que dinamizan el pueblo a unas alturas del año en las que lo normal es que la actividad decrezca.
'Lovisual 2021' estaba, hasta esta edición, anclado en Logroño. Su objetivo general es «dinamizar el comercio y los espacios gastronómicos a través de la cultura, el diseño, el arte y la gastronomía». Este año, sin embargo, la iniciativa se ha expandido a otros municipios de La Rioja, en algunos de los cuales los fines dejan de ser los mismos, o de la misma manera, porque las coyunturas son otras. En uno de ellos, Ojacastro, han descubierto que sirve para «hacer pueblo», porque las actividades motivan al vecindario en torno a esfuerzos puestos en común y ello dinamiza la vida local y atrae visitantes.
Septiembre y octubre es el marco temporal que albergará el programa organizado, que se articula en varios frentes.
Uno lo conforman la elaboración de cuatro esculturas durante este mes, que permanecerán expuestas hasta finales de octubre. Una ya está hecha. Es la obra titulada 'El árbol que no da flor, da nido'. «No todos somos la persona que la sociedad estipula o espera que seamos, y poco a poco, como el nido, se crea un hogar, una convivencia con los vecinos. Por ello, el nido tenía que ser grande», explica Adriana.
Otra, 'La memoria viva', está en fase de elaboración y evoca la técnica de los dioramas como una forma de mirar al pasado, «pues es la base de una sociedad que se va perdiendo y más en los pueblos», indica su artífice.
Esta ya ha planificado sus otras dos creaciones artísticas: una, denominada 'El árbol despierta', se refiere tanto a lo personal como a lo que ocurre en la naturaleza; la otra, a la que ha bautizado como 'El árbol de los mensajes', permitirá en octubre a quien lo desee colgar sus mensajes en él. «Sabemos que en otoño las hojas se caen, pero servirán de abono para otros proyectos», señala en tono positivo.
Adriana ya tenía hace tiempo en su cabeza estas obras de arte colectivo, pero las ha modificado para posibilitar que la gente participe en su elaboración, porque de eso se trata. «Estoy muy contenta de cómo han respondido los vecinos, y hasta gente de fuera, en las dos primeras esculturas», indica, incluso un tanto desbordada por la implicación.
Además, octubre acogerá numerosas actividades, con aforo limitado y reserva previa de plaza. El cartel arrancará el día 9 con el taller titulado 'Ilustración para niños', impartido por Ainara García Álava, de Literaria Kalean, y de un encuentro literario en el que participarán Sergio López Pastor, Sergio Marín, Rosa Ana Parra, Nieves Gómez, José Luis Urrutia e Idoia Mielgo.
Para el sábado 16 hay previsto un taller de talla de madera impartido por Bernardo Lope, una concentración de la Asociación de Amigos de Vehículos Clásicos de La Rioja y una charla-coloquio sobre 'El cambio climático y sus efectos en el entorno', por José Calvo, de Meteosojuela.
El día 23 traerá consigo sendos talleres, para niños y adultos, sobre 'El arte de las dioramas', conducido por Libertad Pertierra, además de una charla impartida por Gerardo Hernando sobre el tema 'Concienciación y naturaleza'. El sábado 30, por último, está previsto el taller 'Yoga para todos', con Sandra Valle; el mural colectivo 'Hacemos pueblo' y una merienda rural, para dejar buen sabor de boca.
Adriana Díaz cincela un programa que incluye, como otra de las iniciativas en la que muchos vecinos ya están manos a la obra, literalmente, la plasmación en tejas, piedra, madera, papel u otros materiales, de palabras arcaicas del valle del Oja. La idea es que en octubre cuelguen de las puertas de sus casas y ofrezcan, así, un recorrido por la memoria de un vocabulario en vías de extinción, por la falta de empleo de muchas palabras, como algunas de las que ha tallado Jesús: 'escullar', que significa vaciar, limpiar o rebañar el puchero; el 'puntido', que era aquel lugar entre un piso y otro en el que se encuentra la fresquera; 'uñazco', cuando las yemas de los dedos se enfrían mucho, o el 'cacho', como se llamaba al renacuajo.
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