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Vecinos y familiares han arropado esta mañana a María Remedios Gómez Sáez, la vecina de Anguciana a la que estaba previsto desahuciar este jueves de su vivienda. A primera hora ha acudido la agrupación del juzgado de paz de San Asensio para proceder ... al desalojo, pero ante la protesta vecinal los representantes judiciales han abandonado el lugar.
La abogada de la señora ha explicado posteriormente que se había paralizado momentáneamente porque, tras la marcha de los representantes del juzgado, para ejecutar el desahucio era necesario que el solicitante pidiera un auxilio administrativo que, según la letrada, no iba a dar tiempo de aportar este jueves.
María Remedios Gómez Sáez
Finalmente, tras levantar acta, alrededor de las doce de la mañana fuentes del juzgado han confirmado que el desahucio no se iba a realizar ya este jueves y que ahora tocaba fijar una nueva fecha que, por el momento, no se conoce. Sin embargo, los vecinos de Anguciana han permanecido todavía un rato en el exterior de la casa por si finalmente regresaban los encargados del juzgado junto a agentes de Policía.
Entre tanto, la mujer damnificada, visiblemente afectada, se encontraba sentada en el exterior de la vivienda, donde relataba a los medios de comunicación congregados su «incredulidad» ante la situación creada sin llegar a entender todavía cómo su hijastro (quien ha solicitado el desahucio) «ha podido llegar al extremo» de ponerla «en la calle». «No sé por qué lo ha hecho, no lo sé. Prefiere el dinero a la sangre.Nunca le he hecho ningún mal. Todo lo contrario, comía siempre en mi casa, le ponía lo mejor y le he dado de todo. De niño, también venía», relataba María Remedios sin apenas poder hablar la mujer de 77 años, quien debe ayudarse de unas muletas para andar.
María Remedios Gómez Sáez
A preguntas de la Prensa por su estado anímico, tras el primer intento de desahucio por su propio hijastro el 14 de diciembre de 2018 al hacerse efectiva una moratoria solicitada nueve días antes, confesaba sentirse «muy triste» ante una situación que cree inmerecida. «No sé cómo he llegado a esta situación, después de haber tenido siete hijos, dos abortos y toda una vida trabajando en el campo». En medio de la expectación creada, explicaba las «dificultades» que tendrá para pagar un alquiler. «Con lo que cobro no me llega para pagar otra casa. Yo lo único que quiero es que Dios me lleve para arriba», resumía, desarmada.
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