Cenicero

Tras los últimos 'champis' del Liberty

La Libertad es uno de los símbolos de Cenicero gracias a esa réplica de la famosa estatua que preside la plaza Dr. San Martín, y que llena de orgullo a los habitantes de la localidad. Pero, desde hace casi cuatro décadas, esta estatua ha tenido competencia en cuanto a qué 'libertad' era más famosa entre los cenicerenses, y de ello se ha encargado el Liberty. Ese bar que ha sido como una casa para muchos y donde Manu Olavarrieta Pérez ha formado una gran familia de la que, después de treinta y ocho años, se despide para dar paso a su esperada jubilación.

Manu (66 años) lleva tras la barra del Liberty «casi toda la vida», y aunque recuerda que los inicios fueron «muy malos, porque aunque ya había estado doce años trabajando en otro bar, cuesta arrancar tú solo», eso pronto cambió, y uno de sus primeros recuerdos es el de «ver entrar por la puerta a toda la gente que conocía dándome la enhorabuena».

Precisamente, ese buen trato con la gente es lo que Manu más va a echar de menos. «Me da pena, pero ya toca, que llevo un año de regalo», confiesa entre risas. Ahora es tiempo de descansar y de recuperar aficiones que tenía más apartadas como «la fotografía, andar, nadar, y también quiero aprender a tocar el saxofón, quiero hacer muchas cosas», revela el hostelero.

Aunque ahora a Manu le vaya a tocar estar al otro lado de la barra, todo apunta a que el Bar Liberty seguirá su camino y «puede ser que para el mes que viene esté abierto otra vez», pero todavía Manu no quiere desvelar mucho más. Lo que sí dice, y con mucho orgullo, es que durante todos estos años «he tenido a los mejores trabajando conmigo, he tenido mucha suerte porque en hostelería es difícil encontrar a gente así».

Este fin de semana, esa gran familia que se ha creado en torno a Manu y al Liberty se ha acercado para su fiesta de jubilación, donde no faltaron los abrazos, regalos, anécdotas, emoción y, cómo no, alusiones a sus famosos champis. Esos champis que el domingo Manu sirvió por última vez y cuyo sabor se queda ya impregnado en el paladar de muchos.