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'La tienda de la Pili' no abrirá sus puertas más. La tercera generación que representa su actual propietaria ha decidido cerrar a los 59 años, por diferentes circunstancias personales y del negocio que hacen inviable que continúe.
Su hija Blanca nos relata la ... historia de este comercio, que abrió su bisabuela Áurea en 1936 cuando se quedó viuda. Lo hizo para poder sacar adelante a su familia en unos momentos difíciles, en el año que comenzó la Guerra Civil Española.
«En 'La tienda de la Áurea' podías encontrar de todo, desde menaje de hogar, hasta pinturas, ropa, mercería, alimentación... Entonces no existía la logística de hoy en día, por lo que mi bisabuela contaba con la ayuda de un recadero que bajaba a Rincón a buscar la mercancía que llegaba en tren y la traía a la tienda en un carro», explica Blanca y añade «el local donde comenzó era más pequeño que el actual, pero estaba siempre repleto de artículos de todo tipo y de la pasión de una familia por su trabajo».
La hija de Áurea, Sole, se crió allí y desde pequeña supo lo que era servir a los clientes. La tienda fue como su casa y los vecinos, parte de su familia. Ella comenzó la segunda etapa.
«La gente ya no decía que iba a 'donde la Áurea' sino a 'donde la Sole', a la que siempre ayudaba su marido, Vitores. Los dos vivieron por y para la tienda y así lo hicieron hasta sus últimos días. No era una obligación o un trabajo, sino una forma de vida, su rincón. A pesar de los momentos difíciles siempre contaron con su fiel clientela», continúa Blanca.
«En la última etapa el establecimiento se conocía como 'La tienda de la Pili', aunque para los más mayores seguía siendo 'la Sole'. Se especializó más en productos de alimentación, destacando el embutido y las pastas, conocidas en el pueblo por su calidad, y los congelados. Fiel a sus orígenes, ofrecía además otros productos. La vida de la tienda llega a su fin y no se olvidarán los 85 años no solo de servicio, también como lugar de encuentro», termina Blanca.
A Pili, nieta de Áurea e hija de Sole, le regalaron una placa de agradecimiento las vecinas. «La gente me dice que el pueblo se va a quedar huérfano. Me ha costado mucho tomar la decisión, pero tiene que ser así», comenta.
Pili también se crió aquí y recuerda que el local fue reformado en 1978 y que Sole falleció con 78 como jubilada activa sin dejar de atender el negocio.
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