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Senderistas en la niebla y bajo el sol en la Sierra de MoncalvilloA pesar de la espesa niebla con la que amaneció el domingo en el Bajo Iregua, arriba, en lo alto del Moncalvillo, lucía un sol espléndido. Claro que para descubrirlo había que subir hasta allí. Eso hicieron medio millar de personas que participaron en la XVII Subida a las Neveras de Sojuela, que dio la salida varios minutos antes de la hora prevista y sumergió temprano a los senderistas por el bosque primero de pinos, después de robles, luego de hayas y finalmente de nuevo de pinos, salpicado de algunos acebos.
No era el paisaje invernal de la edición anterior, en la que a partir de 1.100 metros de altitud la nieve cubría por completo la montaña. Este año, al contrario, la humedad que proporcionaba la niebla se encontraba por debajo de los 900 metros de altura, después, ascendiendo la montaña por el Sendero de las Neveras, incluso hacía calor. Pronto, dejando atrás la Balsa de los Curas, el pelotón se convirtió en una fila india con múltiples conversaciones. Había amigos que debatían sobre la situación del Manchester United, familias que señalaban lo seco que estaba el paisaje, «que ni helechos hay»; una mujer que recriminaba a su perro su continuo deseo de oler los traseros de sus congéneres, unas amigas que recordaban cómo este mismo periódico les plasmó en la edición anterior durante su subida, una profesora que reconoció sus peripecias en el día a día del aula y una joven que, en solitario, aprovechaba la andada para escuchar un 'listening' de Inglés.
Entre los senderistas cabe destacar a veteranos como Goyo Ascacíbar, de 78 años, y Pilar Ortega, de 71, que completaron sin problema los 14 kilómetros y más de 800 metros de desnivel positivo. «Ha sido menos dura que el año pasado, que había mucha nieve, pero bonita, estaba todo limpio y bien», explicó el murillense Ignacio Ruiz, de 67 años, en lo alto del Moncalvillo. Junto a él, amigos como Vicente Galilea y Pedro María, de Murillo y Logroño, respectivamente. «Somos habituales, llevamos tres o cuatro años haciendo la marcha. Ha cambiado el día del año pasado a este, pero la subida es muy bonita», explicaban a 1.420 metros de altitud. Quedaba bajar.
Alimentándose con fruta para afrontar la segunda parte estaba, junto a unos amigos y las neveras, el logroñés Jony Sáenz. «El día ha acompañado, la mañana ha sido perfecta y ha salido todo a pedir de boca. El último kilómetro es bastante exigente, pero el paisaje es muy bonito, tenemos unas zonas en La Rioja que hay que seguir explorando», confesó Sáenz. Abajo, supervisando toda la jornada, con exposiciones, venta solidaria de rosquillas caseras, caldereta y exhibición del llenado de las neveras, que del siglo XVI al XIX proporcionaron hielo, a modo de frigorífico, a Logroño, estaba el alcalde de Sojuela, Diego Fernández. «Hoy es el día del año en que más afluencia de gente podemos tener», admitió.
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