La segunda fase de la variante de Murillo saca el tráfico pesado de la localidad

El nuevo tramo de la variante supone una nueva carretera de 2,84 kilómetros que une la LR-259 y LR-261, cuenta con una nueva glorieta, un túnel en el camino Pichilín y un viaducto de 173,30 metros sobre el río Leza. «Esta obra la contabas y algún vecino te trataba de loco. La variante va a beneficiar a los pueblos de alrededor pero, sobre todo, a Murillo, pues no había semana sin atasco o golpe en la fachada de alguna casa. Así se soluciona el problema», declaró el alcalde murillense, Sergio Chicote, en la inauguración de la variante.

La angosta calle Mayor de Murillo, con sus dos giros de 90 grados, era escenario de numerosos conflictos con el tráfico pesado, hasta tal punto de que en 2020 la Dirección General de Infraestructuras prohibió el acceso a la localidad de los camiones de más de 12 metros, desviándolos por la N-232. «Es necesario modernizar las infraestructuras o inventarlas. Parece hasta mentira que no haya habido más accidentes porque el paso del tráfico pesado por el pueblo era tremendo», señaló la presidenta del Gobierno de La Rioja, Concha Andreu. «Hay que facilitar la comunicación entre municipios, tienen que tener un acceso rápido a las cabeceras de comarca y a la capital. Se trata de mejorar la prestación, la seguridad, y si se puede reducir el tiempo de los trayectos, mejor», subrayó Andreu.

La variante, ya completa, tras la inversión de 3.770.302 euros de la primera fase durante la legislatura anterior, promovida igualmente por el Ejecutivo regional, aunque en el término municipal de Murillo de Río Leza, ofrece servicio a las localidades de los valles del Jubera y Ocón, mejorando la comunicación por carretera. José Miguel Mateo, director de la obra ofreció unas reveladoras explicaciones sobre la magnitud de los trabajos, con algunas cifras significativas, como que se ha realizado un desmonte de 350.000 metros cúbicos, de los cuales 295.000 han sido de tierra y el resto, de roca; los terraplenes habilitados han supuesto 275.000 metros cúbicos y se han excavado 22.500 de lodo.

«Estuvimos tres meses picando en la trinchera construida en la vaguada del Leza», detalló Mateo, advirtiendo de la dificultad de esta tarea por la gran cantidad de roca con la que se encontraron. «También tuvimos problemas con el terreno fangoso del Leza, donde extrajimos gran cantidad de barro negro oloroso que fue sustituido por bolos», describió. Esto supuso un modificado de 1 millón más de euros en la adjudicación, suponiendo un total de casi 9 millones de inversión total. Pero la parte más importante de esta fase ha sido el viaducto sobre el Leza, al igual que en la primera fue el construido sobre el Jubera, con vigas de 143 toneladas y más de 40 metros de longitud.