La Sarga cuelga de nuevo del retablo

Esta tela de lino fue encargada al taller de Martin de Vos de Amberes (Bélgica) en 1560 para cubrir el retablo mayor de la iglesia camerana en Semana Santa, como era costumbre en la Europa de la Contrarreforma. «Nunca se perdió, pero se dejó de colocar cuando la liturgia se relajó un poco, cuando ya no eran tan estrictos, quizá por los 50 o 60. Solo los más mayores recordaban en Villoslada 'el monumento', que es como la llamaban, y las nuevas generaciones lo olvidaron», expone Virginia Muela.

En 1993, al arreglar el tejado de la iglesia, los obreros encontraron un fardo envuelto en papel y uno de ellos lo reconoció. «Creo que por eso no se tiró. Allí estaba, milagrosamente conservada. Solo se perdió una imagen, la cena, la más cercana a los cirios, y no se pudo acabar de restaurar, pero está colgada en la iglesia», detalla Muela. A día de hoy, la Sarga se considera el mejor ejemplo de estas telas que queda en España por su tamaño, de casi 11 metros de altura por más de 8 de ancho, y el colorido, propio de la pintura religiosa flamenca. En ella se representan las diecisiete escenas de la Pasión y sirve para la representación que se realizará el sábado día 30. Además, La Colodra celebra visitas guiadas hoy de 11.00 a 13.00 horas y del 28 al 30 de marzo, de 12.00 a 14.00 horas.

«Era una obra de arte que antes solo conocía la gente del pueblo, no tenía repercusión pública, se consideraba lo más normal del mundo, hasta que La Colodra la quisimos dar a conocer y transmitir el orgullo de que una obra tan importante de la imaginería riojana esté en un pueblo pequeño pero que entonces tuvo posibles», subraya Muela. Ahora, por supuesto, se guarda y cuida mucho mejor. «Se compró un baúl de capitán de barco con una madera especial que protege de la humedad y los ácaros», describe Muela. Y el despliegue y la ascensión es cada año un espectáculo.

«Cuando llega el momento desmontamos los bancos y ocupa casi todo el espacio de la iglesia. Hay quien se sube a lo alto del retablo y mediante poleas la subimos, intentando que el ascenso sea recto, sin dobleces», relata Muela. Pero hasta en esto los tiempos han cambiado. «Antes nos comunicábamos con 'walkie talkies' y ahora con móviles», confiesa.