Javier Albo

El río Oja vuelve a Santo Domingo de la Calzada

El agua, a la que no se veía desde principios de verano, vuelve a discurrir por todo su cauce

Javier Albo

Santo Domingo

Miércoles, 1 de diciembre 2021, 14:10

El río Oja ha vuelto a Santo Domingo de la Calzada. El agua discurre desde el pasado martes por todo su cauce -más abajo, hacia Villalobar, aún se filtraba en el terreno-, aunque ya llevaba algunos días recorriendo algún tramo, alimentado por los canales, que ... suelen llenarse antes. Cosas del acuífero.

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Dicen en la ciudad calceatense que «el Oja baja cuando se le antoja». Y es verdad. Ha tenido que inundarse media España para que el río calceatense muestre su patita. Desde principios de verano, cuando se marchó en silencio, sin el bombo y platillo que siempre acompaña su llegada, solo se veía su esqueleto de piedras; un lecho que ahora ha cobrado de nuevo vida para alegría de los calceatenses, que se acercan, bien al puente del Santo o la pasarela peatonal, para saludarlo.

No faltan entre los espectadores algunos lamentos. Porque sí, da alegría ver bajar el agua, pero la cuestión -dicen- es que solo hace eso: bajar. Y, además, bien rápido. Algunos opinan que habría que almacenar algo, por si falta.

Javier Albo

Así es el Oja, un río inexistente la mayor parte del año, pero que también tiene genio, aunque, afortunadamente, solo lo saca muy de vez en cuando. Hace unos años, con motivo de unas jornadas de geología, sus organizadores indicaban que «Santo Domingo, irónicamente patrón de los ingenieros en España, no pudo elegir un lugar menos apropiado para edificar su puente y, con él, su ciudad, ya que se sitúa donde más peligrosas y destructivas pueden ser las avenidas del río Oja».

En el año 1918 hubo una gran crecida que causó graves destrozos en el puente del Santo, donde tan solo un año antes se había inaugurado la ermita que se construyó, después de que en 1906 otra imponente avenida se llevara por delante a su predecesora, situada más o menos frente a la actual.

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Sonada fue también la de 1775, la mayor de la que se tiene constancia. Al parecer, la primavera había sido extremadamente seca y el Cabildo catedralicio realizó rogativas para que lloviera y sacó en procesión a los patronos de la ciudad. Pero seguía sin caer ni gota, así que la Cofradía de la Vera Cruz procesionó al Ecce Homo. Esto era lo máximo que se podía hacer... El caso es que empezó a llover, tanto que no paró en 17 días. Entonces, volvieron a realizarse rogativas, pero ahora para que cesaran las precipitaciones. El agua llegó hasta los muros de la iglesia de San Francisco y destrozó buena parte del puente.

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