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La procesión del Pan del Santo y del Peregrino, conocida popularmente como 'de las doncellas', volvió a recorrer las calles del casco antiguo como símbolo de la caridad ejercida por Domingo García.

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La procesión del Pan del Santo y del Peregrino, conocida popularmente como 'de las doncellas', volvió a recorrer las calles del casco antiguo como símbolo de la caridad ejercida por Domingo García. Javier Albo

El sofocante camino de las doncellas de Santo Domingo

El intenso calor marcó la procesión del Pan del Santo y del Peregrino, que contó con 55 participantes

Javier Albo

Santo Domingo

Jueves, 12 de mayo 2022, 02:00

Las fiestas del Santo han sumado otro día brillante. Una jornada para enmarcar, con el sol cayendo a plomo para dar lustre a los actos y vida a las calles, llenas de un público ávido de ver y participar en los actos. Cada 11 de mayo es un día con una gran carga tradicional, en el que salen las doncellas, hay que llevar La Rueda y colgarla en la catedral, toca emocionarse con el 'Resuene' y acudir a por el pan con cebolleta, entre otras citas. Todo eso es lo que cientos, miles de calceatenses, hicieron en un miércoles muy especial.

Desde primeras horas, el público rondaba ya la casa de la cofradía del Santo para ver la mesa preparada por los priores para obsequiar con una comida a las 55 doncellas que participaron en la procesión del Pan del Santo y del Peregrino. José María Rodrigo y María Teresa Aranjuelo reflejaron sobre la mesa, con mucho gusto, las tradiciones locales y, sobre todo, la que representaban las jóvenes sentadas en torno a la decoración.

Una antesala de nervios precedió el inicio de la procesión. «Me caigo, seguro», bromeaba una de las jóvenes. Tras la imposición de las medallas, todas enfilaron el camino hacia la calle, donde, además del público, aguardaba el resto de integrantes del tradicional cortejo: autoridades, cofrades, gaiteros y danzadores, banda municipal de música, las caballerías con las viandas que habrán condimentando el almuerzo del Santo esta madrugada, el carro de bueyes cargado de leña y una niña que portaba un nuevo estandarte, realizado magistralmente por Javier Luzuriaga, con alusiones a la procesión, como el mollete que simboliza la caridad de Domingo García, y algunas obras y milagros de este.

Unas niñas acompañan el estandarte hecho por Javier Luzuriaga. Javier Albo

En medio de un calor sofocante que hizo más esforzada aún la labor de los danzadores, la procesión fue cubriendo su itinerario hasta llegar al hospital del Santo, donde, como había decidido la cofradía, por prudencia, las doncellas no entraron, sino que entregaron los molletes en el exterior para ser repartidos posteriormente entre los residentes, así como un donativo para los refugiados por la guerra de Ucrania. Sin apenas descanso, después de que una de las jóvenes fuera atendida tras sufrir un desmayo, emprendieron el camino de regreso a la casa de la Cofradía.

La procesión de las doncellas es el acto más vistoso de las fiestas, declaradas de Interés Turístico Nacional. El problema es que, hoy en día, con los móviles todo el mundo es un fotógrafo en potencia, lo que sumado a los profesionales gráficos, los de los medios de comunicación, aficionados locales etc hace, provoca que haya muchas personas moviéndose entre las jóvenes y ello resta belleza al acto y también lo complica. Seguramente sea algo incontrolable, pero este miércoles también, como otros años, se escucharon algunas voces que demandaban que se regule de algún modo.

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