Francisco Hernández falleció el 5 de diciembre de 1931. Tenía solo 16 años. Poco más se sabe de él. Esa escueta información procede de una sencilla estela funeraria, olvidada en un rincón del término municipal de Santo Domingo de la Calzada, en la que alguien ... grabó a mano, con más buena intención que otra cosa, esos datos.
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El homenaje que sus familiares le rindieron hace casi 90 años no se localiza en ninguno de los dos cementerios locales, sino muy lejos del casco urbano, más allá de la ermita de Las Abejas, cerca de la carretera de Herramélluri. Es un lugar en el que a nadie se le pierde nada y en el que solo el tiempo pasa. Y así, olvidada, la estela ha perdurado hasta hoy.
Con la misma discreción ha transcurrido la historia, cuya existencia apenas es conocida en la ciudad calceatense, y que esconde un trágico suceso. El relato de los hechos no aparece escrito en ninguna parte, pero forma parte de la tradición oral, que muchas veces es más duradera que el papel. A Luis Miguel Alonso se la contó su padre Luis, y a este el suyo, Adolfo. Y así, lo que allí ocurrió ha llegado hasta nuestros días, esquinada casi en los confines del término calceatense, en un viaje en el tiempo que si no entonces cuando ocurrió –quizá alguna hemeroteca esconda la noticia, no lo sabemos aún–, sí tiene reflejo ahora en las páginas de un periódico. Noventa años después.
Según ese relato, Francisco formaría parte de un campamento de gitanos asentado por aquellos lares. Hay que tener en cuenta que entonces, y hasta no hace demasiado tiempo, se les prohibía entrar a las ciudades. A partir de ahí, la historia son pinceladas; retazos que han sobrevivido a ese largo viaje en el tiempo y que a Luis Miguel le contó alguna vez su padre, cuando iban de paseo a 'la piedra del gitano'. «Me decía, vamos a buscar moras, que por allí salen como ciruelas», recuerda.
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En aquellas caminatas escuchó que Francisco y su hermano jugaban con una pistola –seguramente de algún adulto–, cuando esta se debió disparar fortuitamente y acabó con la vida del joven. Esto y que alguien colocó una estela es lo poco que noventa años después ha llegado de esta historia. A lo mejor aparecen otros testimonios y hay que reescribirla. De momento, no hay más información sobre ella y sobre una estela hoy un poco menos olvidada, denominada 'la piedra del gitano'. Se cree que es solo un homenaje y que debajo de ella no hay nadie enterrado, otra incógnita.
También existió una 'piedra del rayo' (hoy es un monumento) que localizó el lugar donde un rayo mató a dos jóvenes que regresaban de la romería de la ermita de Las Abejas.
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